Verdades Bíblicas
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La parábola de los talentos

Después de la parábola de las diez vírgenes, inmediatamente sigue otra parábola con el mismo tema: trata de que debemos de estar vigilantes, sirviendo al Señor y enfocarnos en Él. El tema es muy importante, crucial, y todo el capítulo 25 está dedicado a eso. La segunda parábola en este capítulo y la tercera en general es la parábola de los talentos. Vamos a leerla, comenzando en la conclusión de la parábola de las diez vírgenes.

Mateo 25:13-15
“Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.”

La palabra “porque” que he enfatizado en negritas, liga claramente la parábola de los talentos con la parábola de las diez vírgenes y especialmente la conclusión de la misma, esto es, que debemos de estar alerta, porque no sabemos ni el día ni la hora de la venida del Señor. Luego, el Señor continua diciendo que fueron diferentes los talentos dados a los diferentes siervos y el criterio empleado fue su capacidad. Lo que podríamos decir de esto es que TODOS los siervos del Señor, todos aquellos que lo han hecho su Señor, han recibido un regalo de Él; talentos para ser usados para Sus propósitos. Son Sus talentos y fueron dados para Sus propósitos. También vemos que no todos recibieron lo mismo. Uno recibió cinco, otro recibió dos y el otro solo uno. El factor determinante fue, de acuerdo al pasaje, su capacidad, su capacidad de incrementar lo que habían recibido. Veamos lo que los siervos hicieron con lo que habían recibido:

Mateo 25:16-18
“Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. ”

El primero y el segundo siervo hicieron lo que se esperaba de ellos: salieron e incrementaron lo que se les había dado, de hecho doblando la cantidad. Pero el tercer siervo fue y escondió lo que se le había dado. Pon atención aquí: no lo consumió, no lo perdió, sino que ¡no hizo nada con ello! En otras palabras, fue infructuoso para su señor. Veamos la reacción del Señor:

Mateo 25:19-30
“Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. ”

El primer y el segundo siervo recibieron su recompensa por haber multiplicado lo que el Señor les dio. ¿Pero el tercer siervo? El Señor lo llama siervo malo y negligente. Este siervo no hizo nada. No hizo daño pero tampoco hizo nada bueno. ¡Era completamente inútil! Finalmente ¿qué pasó con el siervo inútil e infructuoso? El último verso de la parábola lo dice:

“echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”

Estaba viendo una caricatura para niños y el tema era precisamente esta parábola. Una vez que la película llegó al último siervo y su destino, cambiaron lo que el Señor dijo y en vez de poner lo que acabamos de leer, pusieron a los otros dos siervos a darle de lo que habían ganado a este siervo negligente, para que al final “todo mundo se fuera contento”. Es obvio que la gente se siente incómoda con algunas de las cosas que el Señor dijo, por eso lo cambian. No hagamos lo que hacen ellos, más bien tomemos estos pasajes, pongamoslos en nuestro corazón y respondamos al llamado de alerta que se nos está ofreciendo.

Hacer la voluntad de Dios - con los errores y fallas que conlleve - dar fruto para el Señor, no es opcional, no es algo por lo cual un cristiano opte por hacer, si quisiera, y que si no lo hace no importa o que solo se pierda alguna recompensa pero que como quiera va a alcanzar estar en el Reino por aquella confesión que alguna vez hizo. Pero en realidad no es así. Más bien, perseverantes, con fallas y/o defectos, para hacer la voluntad de Dios, haciendo y no solo escuchando la Palabra de Dios, eso es lo que la Palabra nos pide que hagamos. Como Santiago dice:

Santiago 1:22-25
Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. ”

Y como el Señor dijo en Mateo 7:21-27
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” No puede estar más claro. Repito que esto no significa que estemos libres de fallas o que caminemos perfectamente. Lo que significa es que estamos corriendo la carrera de la fe con paciencia, poniendo los ojos en Jesús el autor y consumador de nuestra fe (Hebreos 12:1-2). Significa que estamos siguiendo a Jesús, tratando, sí, con errores pero con el poder de Cristo que es más grande que todo, haciendo la voluntad de Dios y de ese modo llevando, mientras vamos junto a Él, el fruto deseado. Para algunos tal vez son cinco talentos y para otros dos. El Señor no critica a quienes tienen dos en vez de cinco talentos más. Más bien lo felicita. Trajo fruto para su Señor de acuerdo a lo que le había sido dado. El que fue condenado fue aquel que era infructuoso. Aquel que en lugar de trabajar para su Señor trabajaba para otros Señores (siempre servimos a un solo Señor). Su comportamiento tiene sin duda alguna consecuencias y de hecho muy severas.

“y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.”

 

Autor: Anastasios Kioulachoglou

 

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