Verdades Bíblicas

Samuel y David (PDF) Edición en PDF

Samuel y David

Este artículo trata principalmente de 1 Samuel 16. A Saúl, el primer rey de Israel, Dios le había ordenado que destruyera por completo a los Amalecitas por todo lo que le habían hecho a Israel cuando subió de Egipto. Sin embargo, no ejecutó lo que se le había ordenado (1 Samuel 15:11), y esto a su vez causó Su rechazo. Así que en 1 Samuel 16:1 leemos:

1 Samuel 16:1
“Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey”

Puesto que Saúl fue rechazado, Dios tenía que encontrar a alguien apropiado para que llenara ese hueco. Como podemos ver, aquél que encontró era uno de los hijos de Isaí.

De tal modo que a Samuel se le había ordenado que fuera a ungirlo. Un vistazo a la interacción entre Dios y Samuel en cuanto a materias del rey demuestra lo siguiente:

i) El Señor señaló a Saúl para que fuera rey y Samuel lo ungió (1 Samuel 10:1)

ii) El Señor rechazó a Saúl por su desobediencia y Samuel se lo anunció (1 Samuel 15:26).

iii) El Señor señaló a David para que fuera el nuevo rey y a Samuel se le ordenó que fuera a ungirlo (1 Samuel 16:1).

Como se puede ver, Samuel siempre hizo LO QUE EL SEÑOR HABÍA DECIDIDO PRIMERO. Por decirlo de otro modo, Samuel no era el que tomaba las decisiones sino solo el que las ejecutaba. Esto es muy educativo para aquellos de nosotros quienes como Samuel, quieren servir a Dios. Como él, nuestro rol no es el rol de la toma de decisiones sino el rol del ejecutor de lo que Dios ya ha decidido. No fue Samuel el que decidió ungir a Saúl ni el que luego decidió decirle que había sido rechazado por Dios. Igualmente, él no fue el que determinó ir a la casa de Isaí. TODAS FUERON DECISIONES DE DIOS y Samuel simplemente las ejecutó.

Continuando, la Palabra dice que como creyentes nacidos de nuevo, somos miembros del Cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12-31), cuya Cabeza es Cristo (Colosenses 1:18). Por lo cual, así como nuestros miembros físicos están bajo completa sujeción de la cabeza, así también nosotros, como miembros del Cuerpo de Cristo, debemos estar bajo completa sujeción de la Cabeza de ese cuerpo, el Señor. Él es el Jefe, nosotros Sus siervos. Él toma las decisiones, nosotros las llevamos a cabo. Regresando a Samuel, el Señor lo llevó a casa de Isaí de Belén. Y aún todavía tenía preguntas. Los versos 2-3 nos dicen:

1 Samuel 16:2-3
“Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. Jehová respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido. Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que yo te dijere”

Dios no solo le dijo a Samuel qué hacer sino que también le dijo CÓMO hacerlo. Así que le instruyó que fuera ahí con una becerra para un supuesto sacrificio, mientras que la verdadera razón de su visita era para ungir al nuevo rey.

Habiendo recibido toda la información que necesitaba Samuel ejecutó la orden. El verso 4 nos dice:

1 Samuel 16:4
Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida? El respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio.”

El Señor le dio instrucciones a Samuel y Samuel actuó al respecto. Así que, se fue a Belén y pronto tenía a 7 de los hijos de Isaí frente a él. Como podemos recordar, El Señor le dijo que el próximo rey iba a ser un hijo de Isaí, pero sin decirle, desde el principio, quién era exactamente. ¿Qué fue lo que hizo Samuel para descubrirlo? Simplemente contactó Al Jefe:

1 Samuel 16:6-7
“Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.”

El primero en la fila era Eliab, el hijo mayor de la familia. Debió de haber sido guapo, y su apariencia la apropiada para un rey, pero cuando Samuel lo vio, pensó que él era (“SEGURAMENTE EL UNGIDO DEL SEÑOR ESTÁ ANTE ÉL, él dijo”). Sin embargo, cuando él se lo presentó al Señor obtuvo una respuesta negativa. Como el pasaje nos dice, el Señor, viendo el corazón, lo rechazó. Tú sabes que eso pasa a veces. Nos gusta algo, parece perfecto ante nuestros ojos físicos y de ese modo somos llevados a creer que esa es también la voluntad de Dios para nosotros. Sin embargo, nunca debemos de tomar una decisión basados en la apariencia externa. Si Samuel hubiera hecho, hubiera ungido al hombre equivocado. Más bien, siempre debemos de consultar a Aquel que ve donde nuestros sentidos no pueden ver: el corazón. Regresando a Samuel, después de la respuesta negativa del Señor para Eliab continuó con el siguiente de la “fila”. Los versos 8 al 10 nos dicen:

1 Samuel 16:8-10
“Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a éste ha escogido Jehová. Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a éste ha elegido Jehová. E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a éstos.”

Samuel le presentó al Señor a todos los hijos de Isaí que estaban ahí y todo lo que obtuvo fueron respuestas negativas. Aún así, no se dio por vencido:

1 Samuel 16:11-13
“Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá”

Samuel escuchó el deseado “Este es”, no para el primero de la “fila”, aquel que él creía que era el escogido, sino para el último de la “fila”, y después de siete “no”. La razón por la cual señalo esto, es porque algunas veces nos encontramos en la misma posición, es decir, le presentamos opciones de cosas que conocemos como Su voluntad y las respuestas que obtenemos son negativas. “¿Porqué Señor?”, decimos. Sin embargo, la razón es la misma razón por la cual Dios rechazó a Eliab: Dios mira el corazón y toma decisiones basado en el corazón. Cuando Él rechaza algo no lo hace porque quiere… torturarnos, sino porque viendo el corazón, la parte interna del ser, ve que no es lo mejor para nosotros. Como el salmo 84:11 dice:

Salmos 84:11
“No quitará el bien a los que andan en integridad.”

Y también Santiago 1:17
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.”

Si Dios nos niega algo, es solamente porque nos ama y quiere que tengamos lo mejor. Samuel escuchó siete “No” antes de la deseada respuesta positiva. Sin embargo, ¿Crees que esa fidelidad no tenía valor? Yo no lo creo. Aunque no ungió al primero de la “fila”, ciertamente ungió AL MEJOR de la “fila”.

Finalmente, ten en mente que ni Samuel ni David eran partes líderes de la historia. El primero lloraba por Saúl, mientras que el último pastoreaba las ovejas de su padre. La parte líder de la historia era Dios, quien le dio la revelación a Samuel para que fuera a Belén y ungiera a un hombre que no conocía. Igualmente, fue el Señor quién, algunos capítulos antes (1 Samuel 9), actuó con Saúl y a través de la pérdida temporal de sus burros y la instrucción de su siervo, eventualmente lo trajo ante Samuel y lo ungió como rey. En otras palabras, el Señor tiene todo el poder de actuar Su voluntad. Cuando algo es su voluntad entonces ÉL es la parte líder.

Anastasios Kioulachoglou

Español: Aleida López de Steinmetz
Versión Bíblica: Reina-Valera 1960