Verdades Bíblicas
Suscribirse

“El conocimiento envanece” (PDF) Edición en PDF

“El conocimiento envanece”

“Envanecido“. Lo que viene a mi mente con estas palabras es una grande burbuja con nada adentro mas que solo aire. Crece y crece pero solo por fuera y tan solo un pequeño piquete es suficiente para hacerla colapsar y reducirla a casi nada. En la segunda categoría de la parábola del sembrador hay algo similar. Ahí encontramos la semilla que “cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.” (Mateo 13:5-6). Como el Señor explica: “Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.” (Mateo 13:20-21). Estos oidores de la Palabra de Dios, la reciben (la semilla) con gozo, brota rápidamente en ellos; parecen muy prometedores creciendo rápido, pero no tienen raíces. Cuando sale el sol y sopla el viento, cuando la tribulación y la persecución surgen, se secan. Parece que lo que demostraron en el exterior no correspondía con lo que eran por dentro. ¿Qué fue lo que probó su superficialidad e infidelidad? La persecución y las pruebas. La persecución y las pruebas ponen a prueba la verdadera sustancia que tenemos, ponen a prueba nuestro fundamento, nuestras raíces y si hemos sido edificados en la roca o solo en la arena. Por lo cual, la sustancia es lo importante, no el “crecimiento” exagerado. Y ¿cómo se construye esa sustancia? Mediante el conocimiento de Dios y la Biblia, algunos podrían decir. Bueno, pues veamos lo que la Biblia dice:

1 Corintios 8:1
“En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica.”

“El conocimiento envanece pero el amor edifica”. Busca solo sobresalir en el conocimiento y te envanecerás. Te inflarás, mostrándote como alguien grande, pero como la burbuja, solo será aire. Más bien, busca sobresalir en el amor y en la sustancia, la edificación, y de esa forma echarás más y más raíces. Así como los siguientes dos versos de 1 de Corintios 8:2-3 nos dicen:

1 Corintios 8:2-3
“Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo. Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.”

Si crees que “sabes”, entonces ¡no sabes nada! Pero el que ama a Dios es conocido por él. Esto ha sido malentendido por algunos, porque consideran el amar a Dios como algo aparte. Algo que tal vez tenga qué ver con la cantidad de Biblia que se sepan o la cantidad de seminarios que hayan tomado. Pero el amor a Dios no es así. Amar a Dios va más allá del amor al hombre, tus hermanos y hermanas. Como Juan nos dice:

1 Juan 4:20
“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?”

Y ¿qué es el amor?

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” (1 Corintios 13:4-7)

Vamos a evitar el decir “amo a Dios, amo a Dios”. Ni siquiera deberíamos pensar en eso, mejor amemos al hombre. Al amar a nuestros hermanos y hermanas amamos a Dios, o por decirlo de otro modo y exactamente en la forma que Juan lo dice: no amamos a Dios, si no amamos a nuestros hermanos y hermanas. Entonces esto, el amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos es lo que edifica, lo que construye. ¿Queremos tener sustancia, raíces profundas en la fe? Entonces no será mediante más y más conocimiento la forma en que lo lograremos, sino con más y más amor. Así no habrá nada que nos mueva, porque estaremos “arraigados y cimentados en el amor” (Efesios 3:17). Sin dejarse llevar por vientos de doctrina (Efesios 4:14) o por mentirosos “los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.” (2 Timoteo 3:6-7). Si no que estaremos firmemente arraigados en amor, árboles que nadie pueda mover, plantados junto a corrientes de aguas y dando continuamente fruto. Cristo vendrá a ellos y habitará en ellos:

Juan 14:23
“Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.”

y Juan 15:9:12
“Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.”

Esforcémonos en esto, haciendo Su voluntad y Sus mandamientos, siendo el mayor de ellos: el amarnos los unos a los otros. No busquemos el solo aprender y aprender más y más conocimiento sino que nos esforcemos en amar el conocimiento de la verdad (2 Timoteo 3:6-7).

Anastasios Kioulachoglou

Español: Aleida López de Steinmetz

Versión bíblica: Reina-Valera 1960