Verdades Bíblicas
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¿Perdemos la salvación cada vez que pecamos?

Algunas personas afirman que cuando una persona peca pierde su salvación y necesita arrepentirse, hasta que vuelve a pecar de nuevo y así una y otra vez. No creo que esto sea así. Podemos estar en la fe y desafortunadamente pecar, tropezar (pero aun así estar en el camino) y luego ponerse de pie y seguir adelante. Como 1 Juan dice:

1 Juan 1:5-10
“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.”

Quiero señalar el verso 7: “pero si andamos en luz, como él es luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. ¿Porqué habría necesidad de la sangre de Cristo para limpiarnos de algún pecado puesto que caminamos en la luz? Me parece que caminar en la luz no significa necesariamente que no vamos a pecar. A lo que me refiero es que el pecado es una posibilidad también en este caso, pero es un “episodio”, algo que dejamos atrás y continuamos. No estamos practicando el pecado; no estamos viviendo en pecado. Se atraviesa en nuestro camino y muy fácilmente1 pero no lo practicamos, voluntariamente, habitualmente como forma de vida. Y como confesamos nuestros pecados la sangre de Cristo nos limpia de ellos.

Ahora, caminar en la fe es un escenario pero no el único para un creyente. Hay otro también y es caminar en la oscuridad. Como dijo el apóstol:

“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.”

“La verdad en nosotros” es algo que para mi aquí resalta. Cuando caminamos en oscuridad y no practicamos la verdad, lo que al revés diría: “si no practicamos la verdad entonces caminamos en oscuridad”. 1 Juan 2:9-11 da una aplicación directa de lo anterior:

1 Juan 2:9-11
“El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.”

y 1 Juan 4:20
“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?”

Además 1 Juan 3:14-15
“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.”

Estamos viendo aquí lo que hemos visto en todos los casos anteriores: en cuanto a la Biblia concierne, no importa tanto lo que decimos que somos sino lo que nuestro fruto demuestra que verdaderamente somos, esto es, lo que estamos practicando. Como el apóstol Juan dice: aquel que aborrece a su hermano es homicida y ningún homicida tiene vida eterna permanente en Él. Si dice que ama a Dios, Juan dice, no le crean, porque si no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Ahora permitanme preguntar algo: basado en lo anterior ¿creemos verdaderamente que el que odia a su hermano y que no se ha arrepentido, esto es, un homicida que no se ha arrepentido, terminará en el Reino de Dios, solo porque dice que ama a Dios, y porque es un “hermano” (así es como él se hace llamar)? Me parece que la respuesta de Juan suena a no. “ningún homicida tiene vida eterna permanente en Él” nos dice, y el contexto no habla de homicidas incrédulos sino de cristianos que odian a sus hermanos. Yo creo que en el Reino habrán muchos homicidas arrepentidos, pero no habrá ni uno que no se haya arrepentido.

Como Pablo dice en Gálatas 5:19-21

Gálatas 5:19-21
“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.”

El verbo “practicar” aquí es la palabra en griego “prasso” que de acuerdo al diccionario de Strong, significa, entre otras cosas:

“practicar”, que es, actuar repetida o habitualmente” (énfasis agregado).

Ahora, ¿porqué necesitaría Pablo advertir a los creyentes gálatas que aquellos que practiquen tales cosas no entrarán en el Reino (que es lo que “heredar el Reino” significa – solo haz una búsqueda de la palabra “heredar” en el Nuevo Testamento y será evidente) si ya estuvieran en el Reino a partir del momento en que creyeron, independientemente de lo que haya sucedido después de eso? Obviamente, si eso fuera realmente así, no tendría razón para darles esa advertencia. Pero lo hizo, lo cual significa que hay una razón para ello, Y la razón es muy simple: si vivimos nuestra fe, si la practicamos o no, prueba si en verdad estamos en la fe o no. Por decirlo de otro modo: aquellos que dicen que son creyentes (y tal vez alguna vez lo fueron), y que aun practican habitual y repetidamente el pecado odiando a su hermano (lo cual es igual a homicidio) o mediante practicando cualquier otra cosa de las descritas en Gálatas 5:19-21 y no se arrepienten de su comportamiento, van a encontrar la puerta del Reino cerrada. Hebreos 10:26-27 es muy claro:

“Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.”

Volviendo a 1 Juan 1:5-7 y leyéndolo de nuevo:

1 Juan 1:5-7
“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”

Hay un caminar en tinieblas y un caminar en la luz. Aquellos que caminan en la luz pueden que caigan por ahí pero NO practican – habitual, repetidamente y como forma de vida – el pecado. Más bien, habitual y repetidamente (como forma de vida) practican la verdad, esto es, se esfuerzan por vivir lo que la Palabra de Dios en práctica. Puede que pequen por ahí pero andan en el camino. Ellos van a encontrar abierta la puerta del Reino.

En comparación con estos, hay aquellos que caminan en tinieblas, y eso significa que practican el pecado, repetida y habitualmente. El pecado es su forma de vida. Ellos caminan en tinieblas y su fruto es la prueba de ello. Si no se arrepienten van a encontrar la puerta del Reino cerrada.

Entonces, no es el pecar mientras uno anda en la luz lo que marca que alguien está fuera de la fe sino el pecar como forma de vida; la práctica voluntaria y habitual del pecado. Sin embargo, debemos de tener cuidado aquí porque todo hábito requiere un comienzo. Por lo cual, si caímos y pecamos no lo tomemos a la ligera sino que después de confesarlo al Señor estemos alerta, no le damos cabida al pecado porque lo que comenzó como un episodio puede volverse un hábito.

 

Autor: Anastasios Kioulachoglou

 



Notas al pie

1. Como Hebreos 12:1 dice: “despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,” La frase “que nos asedia” es una palabra en griego: “euperispaston”. De acuerdo a Barnes: “propiamente significa, “quedarse” y así, denota lo que esta cerca o a la mano o ocurriendo al momento. Entonces Chrysostom lo explica … Tyndale lo representa como “el pecado que cuelga de nosotros”.

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