Verdades Bíblicas

Para aquellos que aman a Dios todas las cosas obran para bien (Parte II) – El Caso de José (PDF) Edición en PDF

Para aquellos que aman a Dios todas las cosas obran para bien (Parte II) – El Caso de José

En un par de temas pasados consideramos el bien conocido pasaje de Romanos 8:28, que dice:

Romanos 8:28
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”

Ahora, me gustaría volver a este pasaje y considerar su aplicación con un ejemplo del Antiguo Testamento: el ejemplo de José.

1. De la tierra de Canaán a Egipto

Para empezar, iremos a Génesis 37. Ahí, comenzando desde el verso 3 leemos:

Génesis 37: 3
“Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente. Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío. Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aun más a causa de sus sueños y sus palabras. Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto.”

Después, en Génesis 42, leemos el cumplimiento de los sueños de José respecto a sus hermanos:

Génesis 42:6-9
“José era el gobernador del país, y el que vendía trigo a todo el mundo. Cuando sus hermanos llegaron ante él, se postraron rostro en tierra. En cuanto José vio a sus hermanos, los reconoció; pero, fingiendo no conocerlos, les habló con rudeza: —¡Y ustedes!, ¿de dónde vienen? —Venimos de Canaán, para comprar alimento —contestaron. Aunque José los había reconocido, sus hermanos no lo reconocieron a él. En ese momento se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: —¡De seguro ustedes son espías, y han venido para investigar las zonas desprotegidas del país!” (NVI)

Como se puede notar, los sueños de José fueron proféticos. En otras palabras, era sueños que Dios le había dado, a través de los cuales le mostró lo que iba a pasar en el futuro, de hecho muchos años después1. Aunque parece que en lo anterior no hay nada extraño, lo vemos al recordar la reacción negativa de los hermanos de José. En verdad, no ocasionaban más que envidia y odio, lo cual se incrementó debido al amor especial que le tenía su padre. De hecho, odiaban tanto a José, que después de incluso pensar en matarlo (Génesis 37:18), finalmente lo vendieron a unos mercaderes que iban pasando y que se dirigían a Egipto:

Génesis 37: 25:28
“Luego se sentaron a comer. En eso, al levantar la vista, divisaron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad. Sus camellos estaban cargados de perfumes, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto. Entonces Judá les propuso a sus hermanos: —¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte? En vez de eliminarlo, vendámoslo a los ismaelitas; al fin de cuentas, es nuestro propio hermano. Sus hermanos estuvieron de acuerdo con él, así que cuando los mercaderes madianitas se acercaron, sacaron a José de la cisterna y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de plata. Fue así como se llevaron a José a Egipto.”

El odio de sus hermanos hizo que ellos lo vendieran como esclavo en Egipto, lejos de su padre y de su familia. Pero no lejos de Dios:

Génesis 39:1-6
“Cuando José fue llevado a Egipto, los ismaelitas que lo habían trasladado allá lo vendieron a Potifar, un egipcio que era funcionario del faraón y capitán de su guardia. Ahora bien, el Señor estaba con José y las cosas le salían muy bien. Mientras José vivía en la casa de su patrón egipcio, éste se dio cuenta de que el Señor estaba con José y lo hacía prosperar en todo. José se ganó la confianza de Potifar, y éste lo nombró mayordomo de toda su casa y le confió la administración de todos sus bienes. Por causa de José, el Señor bendijo la casa del egipcio Potifar a partir del momento en que puso a José a cargo de su casa y de todos sus bienes. La bendición del Señor se extendió sobre todo lo que tenía el egipcio, tanto en la casa como en el campo. Por esto Potifar dejó todo a cargo de José, y tan sólo se preocupaba por lo que tenía que comer. José tenía muy buen físico y era muy atractivo.” (NVI)

El Señor estaba con José, bendiciendo y fundamentando todo lo que hacía en la casa de Potifar. Su amo, viendo todo eso, lo hizo el mayordomo de su casa, poniendo bajo su cuidado todo lo que tenía. Sin embargo, las cosas cambiaron dramáticamente una vez más:

Génesis 39:6-15, 19-20
“Por esto Potifar dejó todo a cargo de José, y tan sólo se preocupaba por lo que tenía que comer. José tenía muy buen físico y era muy atractivo. Después de algún tiempo, la esposa de su patrón empezó a echarle el ojo y le propuso: —Acuéstate conmigo. Pero José no quiso saber nada, sino que le contestó: —Mire, señora: mi patrón ya no tiene que preocuparse de nada en la casa, porque todo me lo ha confiado a mí. En esta casa no hay nadie más importante que yo. Mi patrón no me ha negado nada, excepto meterme con usted, que es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios? Y por más que ella lo acosaba día tras día para que se acostara con ella y le hiciera compañía, José se mantuvo firme en su rechazo. Un día, en un momento en que todo el personal de servicio se encontraba ausente, José entró en la casa para cumplir con sus responsabilidades. Entonces la mujer de Potifar lo agarró del manto y le rogó: «¡Acuéstate conmigo. Pero José, dejando el manto en manos de ella, salió corriendo de la casa. Al ver ella que él había dejado el manto en sus manos y había salido corriendo, llamó a los siervos de la casa y les dijo: «¡Miren!, el hebreo que nos trajo mi esposo sólo ha venido a burlarse de nosotros. Entró a la casa con la intención de acostarse conmigo, pero yo grité con todas mis fuerzas. En cuanto me oyó gritar, salió corriendo y dejó su manto a mi lado.»… Cuando el patrón de José escuchó de labios de su mujer cómo la había tratado el esclavo, se enfureció y mandó que echaran a José en la cárcel donde estaban los presos del rey.”

Precisamente cuando la estabilidad estaba comenzando a surgir de nuevo para José, sucedió otra conspiración en contra suya y lo mandaron a la cárcel. Sin embargo, el Señor estaba con él aun ahí y le demostró su misericordia.

Génesis 39: 20-33
“y mandó que echaran a José en la cárcel donde estaban los presos del rey. Pero aun en la cárcel el Señor estaba con él y no dejó de mostrarle su amor. Hizo que se ganara la confianza del guardia de la cárcel, el cual puso a José a cargo de todos los prisioneros y de todo lo que allí se hacía. Como el Señor estaba con José y hacía prosperar todo lo que él hacía, el guardia de la cárcel no se preocupaba de nada de lo que dejaba en sus manos.”(NVI)

Dios estaba con José en la cárcel, así como también estaba con él en la casa de Potifar y en la tierra de Canaán. Estaba con él demostrándole su misericordia y su favor. Sin embargo, vamos a ponernos por un momento en los zapatos de José. Había sido expulsado de casa de su padre debido al odio de sus hermanos por lo sueños que José había tenido. Lo vendieron como esclavo a Egipto, pero su amo, traicionado por su esposa, lo mandó a la cárcel. Estaba solo, siendo esclavo en la prisión de un país en el cual él nunca habría escogido estar. Ciertamente, cosas así no serían precisamente lo que uno llamaría “bendiciones”. Sin embargo, el Señor estaba con él. Estaba con él demostrándole su misericordia. Y eso es lo verdaderamente importante. Así como José, es posible que no entendamos porqué estamos donde estamos, porqué sucedió lo que sucedió, pero ESO NO ES LO IMPORTANTE. Lo importante es que EL SEÑOR ESTÁ CON NOSOTROS. Así como dijo, “TODAS LAS COSAS OBRAN PARA BIEN” para aquellos que lo aman. Si lo amamos, TODAS LAS COSAS OBRAN PARA BIEN, incluso las cosas que no parecen ser “buenas” y aún las cosas que no entendemos por completo.

Volviendo a José, los versos 1-8 del capítulo 40 dicen:

Génesis 40:1-8
“Tiempo después, el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a su señor. El faraón se enojó contra estos dos funcionarios suyos, es decir, contra el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos, así que los mandó presos a la casa del capitán de la guardia, que era la misma cárcel donde estaba preso José. Allí el capitán de la guardia le encargó a José que atendiera a estos funcionarios. Después de haber estado algún tiempo en la cárcel, una noche los dos funcionarios, es decir, el copero y el panadero, tuvieron cada uno un sueño, cada sueño con su propio significado. A la mañana siguiente, cuando José fue a verlos, los encontró muy preocupados, y por eso les preguntó: —¿Por qué andan hoy tan cabizbajos? —Los dos tuvimos un sueño —respondieron—, y no hay nadie que nos lo interprete. —¿Acaso no es Dios quien da la interpretación? —preguntó José—. ¿Por qué no me cuentan lo que soñaron?”

“¿Acaso no es Dios quien da la interpretación?”, José dijo, a Él le pertenece TODA INTERPRETACIÓN. Entonces, los dos egipcios le contaron sus sueños a José quien a su vez les dio la interpretación. Eso significa que esos sueños tenían significado, esto es, eran sueños que venían de Dios (Él fue quien dio la interpretación). De acuerdo a eso, uno de los dos oficiales iba a ser ejecutado y el otro devuelto a su puesto. Y a éste último, José le pidió que se acordara de él y que le hablara de él al faraón:

Génesis 40:14-15
“Yo le ruego que no se olvide de mí. Por favor, cuando todo se haya arreglado, háblele usted de mí al faraón para que me saque de esta cárcel. A mí me trajeron por la fuerza, de la tierra de los hebreos. ¡Yo no hice nada aquí para que me echaran en la cárcel!”

No obstante, cuando el jefe de los coperos fue devuelto a su puesto se olvidó de José por completo:

Génesis 40:23
“Sin embargo, el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él por completo.”

Resumiendo todo lo anterior, la historia de José es la historia de un hombre que no había cometido mal alguno y aun así había sido perseguido. Es la historia de un hombre quien por mucho tiempo vivió una vida con muchos “porqués” y muy pocas respuestas, aun con la continua PRESENCIA DEL SEÑOR. Sus hermanos lo vendieron como esclavo a Egipto, porque lo odiaban por los sueños que Dios le había dado. Su jefe en Egipto lo puso en prisión, habiendo sido traicionado por la esposa de él, aunque lo único que había hecho José era cuidar de su casa. El jefe de los coperos, tan pronto había sido devuelto a su puesto, se olvidó de lo que José le había pedido. Es difícil entender el bien en todas estas cosas y la razón por la cual le sucedieron a este hombre de Dios. Sin embargo, a pesar de no entender, José tenía FE en Dios. No pecó en la casa de Potifar porque temía al Señor. Valientemente se refirió al Señor con los dos egipcios y mediante Su Espíritu les dio la interpretación de sus sueños. El no entender no obstruyó su confianza en Dios. Es posible que tu tampoco entiendas las razones por las cuales te han sucedido las cosas, pero no deberías tampoco permitir que el no entender sea una barrera para tu fe: PARA LOS QUE AMAN A DIOS TODAS LAS COSAS OBRAN PARA BIEN, y ten la seguridad de que es tan cierto para ti como lo fue para José.

2. De la prisión al palacio

Continuando, el capítulo 31 nos habla sobre otro sueño, pero que en esta ocasión había tenido el Faraón:

Génesis 41:1-14
“Dos años más tarde, el faraón tuvo un sueño: Estaba de pie junto al río Nilo cuando, de pronto, del río salieron siete vacas hermosas y gordas que se pusieron a pastar entre los juncos. Detrás de ellas salieron otras siete vacas, feas y flacas, que se pararon a orillas del Nilo, junto a las primeras. ¡Y las vacas feas y flacas se comieron a las vacas hermosas y gordas! En ese momento el faraón se despertó. Pero volvió a dormirse, y tuvo otro sueño: Siete espigas de trigo, grandes y hermosas, crecían de un solo tallo. Tras ellas brotaron otras siete espigas, delgadas y quemadas por el viento solano. ¡Y las siete espigas delgadas se comieron a las espigas grandes y hermosas! En eso el faraón se despertó y se dio cuenta de que sólo era un sueño. Sin embargo, a la mañana siguiente se levantó muy preocupado, mandó llamar a todos los magos y sabios de Egipto, y les contó los dos sueños. Pero nadie se los pudo interpretar. Entonces el jefe de los coperos le dijo al faraón: «Ahora me doy cuenta del grave error que he cometido. Cuando el faraón se enojó con sus servidores, es decir, conmigo y con el jefe de los panaderos, nos mandó a la cárcel, bajo la custodia del capitán de la guardia. Una misma noche, los dos tuvimos un sueño, cada sueño con su propio significado. Allí, con nosotros, había un joven hebreo, esclavo del capitán de la guardia. Le contamos nuestros sueños, y a cada uno nos interpretó el sueño. ¡Y todo sucedió tal como él lo había interpretado! A mí me restituyeron mi cargo, y al jefe de los panaderos lo ahorcaron.» El faraón mandó llamar a José, y en seguida lo sacaron de la cárcel. Luego de afeitarse y cambiarse de ropa, José se presentó ante el faraón.”

Pasaron dos años hasta que el jefe de los coperos se acordó de José. Ahora, uno puede preguntar: “¿Porqué pasó todo ese tiempo y no desde el principio?” Sin embargo, la respuesta es simple: PORQUE ESA ERA LA VOLUNTAD DE DIOS. Vivimos en una era donde queremos que todo se haga RÁPIDO. Por otro lado, Dios quiere que todo se haga de LO MEJOR, y rápido no es necesariamente lo mejor. Por lo cual, José tuvo que pasar dos años más en la cárcel hasta que el faraón tuvo esos sueños que Dios le había dado. Como José dijo después, dando la interpretación, “DIOS ha mostrado al faraón lo que está por hacer” (Génesis 41:25). Fue el Señor quien escogió ese tiempo para darle esos sueños al faraón. Ahora, regresando un paso atrás, fue el Señor quien dos años antes había dado eso sueños a los oficiales del faraón y quien a su vez los interpretó a través de José. Fue el Señor quien llevó a José a la casa de Potifar y fue Él quien permitió que pasaran las cosas que finalmente lo llevaron a prisión2. Fue el Señor el que le dio esos dos sueños a José, los cuales hicieron que sus hermanos lo envidiaran y odiaran aun más hasta el punto de venderlo como esclavo a Egipto. Probablemente hemos empezado a entender poco a poco el plan de Dios y lo vamos a entender aun mejor conforme vayamos avanzando.

Entonces José, a través del espíritu del Señor, interpretó los sueños al faraón. Egipto iba a tener abundancia en las cosechas durante siete años. Sin embargo, ese período iba a ser seguido por otros siete años de hambre. José también le dijo al faraón cómo manejar la situación. Y al final:

Génesis 41:37-45
“El asunto pareció bien a Faraón y a sus siervos, y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto. Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto. Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnat-panea; y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y salió José por toda la tierra de Egipto.”

En tan solo unos minutos, José pasó de estar en la cárcel y ser esclavo a ser el primer ministro. Fue hecho el segundo en mando sobre ¡toda la tierra de Egipto! Eso no sucedió paulatinamente sino de inmediato. Si ahora te encuentras en una situación en la que no te sientes a gusto, una situación de la cual te quieras deshacer, el Señor te puede sacar de ella. Lo puede hacer muy rápido, cambiando las cosas de arriba abajo en tan solo unos momentos. Así como sucederá con nuestro rapto, por ejemplo. Sucederá, dice la Palabra, “en un momento, en un parpadear” (1 de Corintios 15:52). Cierras tus ojos estando en la tierra haciendo tus cosas, luego los abres y ¡estas en el aire junto con el Señor Jesucristo y todos los santos! ¡Solo va a tomar un momento! DIOS TIENE EL PODER PARA HACERLO Y VA A HACERLO. También tiene el tiempo en el cual lo llevará a cabo. Ese tiempo había llegado para José. Pasó por muchas cosas, pero el Señor siempre estaba con él. Las cosas que le sucedieron no fueron accidentales, sino que fueron parte del plan del Señor que al final lo llevaron frente al faraón. Removiendo el final (y aun no lo hemos visto), sería muy difícil para alguien entender cómo esos eventos en la vida de José obrarían para bien. De seguro para José también. Sin saber lo que iba a pasar al final, no podía entender ni podía CREER. Probablemente seas débil en entender y te exhorto a que NO LO SEAS…. No seas débil en creer lo que la Palabra de Dios dice para todo lo que estés pasando ahora: por lo tanto, SI AMAS A DIOS, TODAS LAS COSAS OBRAN PARA BIEN, aún si lo entiendes o no.

Volviendo a José, su ascenso a la posición de segundo en mando en toda la tierra de Egipto no era el final del plan de Dios. Cuando vinieron los siete años de hambre, la tierra en donde estaba su familia también se vio afectada:

Génesis 41:56-57, 42:1-3, 6-9
“Y el hambre estaba por toda la extensión del país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto. Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre… Viendo Jacob que en Egipto había alimentos, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando? Y dijo: He aquí, yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no muramos. Y descendieron los diez hermanos de José a comprar trigo en Egipto…. Y José era el señor de la tierra, quien le vendía a todo el pueblo de la tierra; y llegaron los hermanos de José, y se inclinaron a él rostro a tierra. Y José, cuando vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo como que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán, para comprar alimentos. José, pues, conoció a sus hermanos; pero ellos no le conocieron. Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: Espías sois; por ver lo descubierto del país habéis venido.”

Muchos años antes, el Señor le había dado a José dos sueños, donde sus hermanos se postraban ante él. De hecho, debido a esos sueños sus hermanos lo odiaron mucho más que hasta lo vendieron como esclavo a Egipto. Desde entonces, pasó mucho tiempo para que esos sueños se cumplieran y los hermanos se encontraran de nuevo con José. Sin embargo, en el primer momento, José no les dijo a sus hermanos quién era, sino que pretendió como si no los conociera acusándolos de ser espías. Luego, después de haberlos retenido por tres días, les pidió que se fueran y trajeran a Benjamín, mientras que José iba a retener a uno de ellos hasta que volvieran. Eso turbó a los hermanos y consideraron que lo que le habían hecho a José muchos años atrás estaba causando la situación de ese momento. Así que, sin ellos saber que el gobernador frente al cual estaban era José, confesaron su culpa por lo que le habían hecho:

Génesis 42:21-24
“Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. Entonces Rubén les respondió, diciendo: ¿No os hablé yo y dije: No pequéis contra el joven, y no escuchasteis? He aquí también se nos demanda su sangre. Pero ellos no sabían que los entendía José, porque había intérprete entre ellos. Y se apartó José de ellos, y lloró; después volvió a ellos, y les habló, y tomó de entre ellos a Simeón, y lo aprisionó a vista de ellos.”

La última vez que José había visto a sus hermanos era cuando lo vendieron a Egipto, hace muchos años. Cuando los volvió a ver fue en el momento del cumplimiento de su los sueños por los cuales lo habían vendido y cuando confesaron su culpabilidad por lo que le habían hecho. Ahí se dio cuenta que sus hermanos se habían arrepentido: ¡lo confesaron frente a él! Verdaderamente, cómo el Señor acomoda las cosas y las heridas y malentendidos del pasado los sana tan solo en unos momentos.

Regresando a José, retuvo a Simeón, mientras que sus hermanos regresaron a Canaán para traer a Benjamín. Después de que lo trajeron, José les permitió irse, para tan solo hacerlos regresar rápidamente, acusándolos de haber robado su copa de plata la cual José mismo había escondido en la bolsa de Benjamín (Génesis 44:2). Debido a eso, José demandó que el muchacho se quedara como esclavo en Egipto. Oyendo eso, sus hermanos “se postraron rostro en tierra” y le rogaron por Benjamín. (Génesis 44:14:34). Luego:

Génesis 45:1-8
“No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos. Entonces se dio a llorar a gritos; y oyeron los egipcios, y oyó también la casa de Faraón. Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José; ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él. Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales ni habrá arada ni siega. Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto.”

Y Génesis 50:20
“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.”

En el pasaje anterior enfaticé las palabras “mas” y “para”, las cuales son palabras que introducen RESPUESTAS. Son palabras que responden las preguntas que empiezan con “porqué”. Era el momento de las respuestas. Era el tiempo para el plan de Dios, para que la misión de José en Egipto se diera a conocer por completo. Era el mismo plan que había empezado muchos años antes en Canaán, con los dos sueños que José había tenido causando el odio de sus hermanos que después lo vendieron a Egipto. Sin embargo, sus hermanos y esos hechos fueron herramientas que Dios utilizó para que sucediera Su voluntad. FUE DIOS QUIEN ENVIÓ A JOSÉ A EGIPTO Y NO SUS HERMANOS. FUE DIOS QUIEN LO SITUÓ EN LA CASA DE POTIFAR Y LE DIO GRACIA FRENTE A ÉL, Y FUE ÉL TAMBIEN QUIEN LO LLEVÓ A PRISIÓN. FUE DIOS QUIEN LE DIO LOS SUENOS A LOS DOS OFICIALES DE FARAON ASÍ COMO SU INTERPRETACIÓN A TRAVÉS DE JOSÉ. FUE DIOS QUIEN DESPUÉS DE DOS AÑOS LE DIO AL FARAÓN AQUELLOS SUENOS Y El QUE A TRAVÉS DEL JEFE DE LOS COPEROS TRAJO AL PALACIO. FUE DIOS QUIEN DIO LA INTERPRETACIÓN A JOSÉ Y FUE ÉL QUIEN LO HIZO EL SEGUNDO EN MANDO EN EGIPTO. FUE ÉL QUIEN TRAJO A LOS HERMANOS A POSTRARSE FRENTE A JOSÉ EN EGIPTO Y A CONFESAR SU CULPA FRENTE A ÉL. FUE ÉL QUIEN PRESERVÓ LA VIDA DEL PUEBLO DE ISRAEL. Verdaderamente, Israel se fue de Egipto siglos después, con miles y miles de personas y con el camino que la Palabra de Dios dice. Dios tenía sus propios planes para Israel y TODO LO QUE LE SUCEDIÓ A JOSÉ FUE PARA BIEN, aunque no pareciera así desde el principio, y aunque no se había entendido sino hasta muchos años después.

Anastasios Kioulachoglou

Español: Aleida López de Steinmetz
Versión Bíblica: Reina-Valera 1960

 

 



Notas al pie

1. En Génesis 37:2 José tenía 17 años, mientras que en Génesis 42:6, cuando los sueños se cumplieron, probablemente tenía 39 (tenía 30 “cuando estuvo frente a Faraón” (Génesis 41:46) y el año en que los hermanos fueron por segunda vez a Egipto fue en el segundo año de la escases (Génesis 45:6).

2. Esta prisión era la prisión donde “se enviaba a los prisioneros del rey” (Génesis 39:20). Es por eso que el jefe de coperos y el panadero fueron enviados ahí.