Parte del libro: "Las advertencias del Nuevo Testamento".
“Al que venciere”
Hay algunas Biblias que tienen las palabras dichas por Jesús marcadas o escritas en rojo. Si tu tienes una Biblias de esas, te darás cuenta que después de los evangelios se ve muy poco “rojo” en el libro de Hechos o en las epístolas, tal vez todo junto sean como doce pasajes. Aunque los Hechos y las epístolas tienen como autor al mismo Espíritu Santo como en los evangelios, en ellos Jesús no habla en primera persona. Sin embargo, en el libro de Apocalípsis, el último libro de la Biblia, se ve lo contrario. Ahí Jesús habla de nuevo en primera persona y en esta sección me gustaría señalar algunas cosas del segundo y del tercer capítulo. Esos capítulos contienen cartas dirigidas a siete iglesias de Asia menor. Jesús mismo le dictó esas cartas al apóstol Juan, ordenándole que las escribiera y que las enviara a esas iglesias junto con todo el libro. Sin embargo, es sorprendente qué tan poca atención se les pone a estas epístolas. Una teoría que he escuchado dice que esas epístolas de Jesús junto con todo el libro de Apocalípsis en realidad no se refieren a nosotros, sino a futuros creyentes y que ellos las van a entender, implicando implícitamente que con seguridad podemos ignorar este libro o considerarlo solo “para nuestra información”. En el tercer apéndice de este libro doy las razones por las cuales creo que esta opinión es equivocada.
Ahora pasando a las cartas mismas, lo que aquí quiero presentar y que creo que es relevante para este estudio, es el hecho siguiente: en todas las siete cartas el Señor termina con una promesa para el que venciere. Vamos a leer esas promesas:
Apocalípsis 2:7
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.”
Apocalípsis 2:11
“ El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.”
Apocalípsis 2:17
“Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”
Apocalípsis 2:26-28
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana.”
Apocalípsis 3:5
“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.”
Apocalípsis 3:12
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”
Y Apocalípsis 3:21
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
Es impresionante todo lo que se le promete al que venciere; al que persevere hasta el fin, al que guarde las obras y la Palabra de Jesús incluso hasta la muerte. Sin embargo, hoy en día muchos creen que ni siquiera tienen que vencer nada. Creen que todo ya quedó hecho en el pasado en aquel momento de fe. Esencialmente y de acuerdo a su opinión la carrera de la fe no solo empezó en el momento que creímos sino que también terminó en ese preciso momento. Pero si así fuera, no habría razón para que Jesús hablara de los que vencieren. Porque hablar de eso no solo significa de que hay una necesidad de vencer sino que también habrán algunos que no lo logren y para ellos las promesas anteriores no aplicarán.
Solo por dar un ejemplo, vamos a Apocalípsis 3:5
“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.”
Si vencemos Jesús prometió que nuestros nombres no serán borrados del libro de la vida. Pero esto también significa que si no vencemos, nuestros nombres serán borrados sin duda alguna. El libro de la vida es un registro de aquellos que vivirán por siempre (ver Filipenses 4:3). Solo aquellos que estén en el libro de la vida tendrán vida eterna y entrarán a la nueva Jerusalén (Apocalípsis 21:27) pero aquellos que no estén en él serán echados al lago de fuego (Apocalípsis 20:5). Por decirlo de otra manera: la vida eterna la tendrán aquellos y solo aquellos que estén en el libro de la vida. Y eso es obvio en cuanto a lo que Jesús dice, el libro de la vida no solamente acepta nuevos ingreso sino que también acepta bajas para aquellos que no venzan, esto es, aquellos que se aparten. Por lo tanto, una vez estando en el libro de la vida no es garantía de estar ahí para siempre. Cualquiera que se aparte de la fe sin arrepentirse (donde sea que ese arrepentimiento este aun disponible – leer más adelante nuestra discusión sobre Hebreos 6), quien no venciere, al final no será encontrado en el libro de la vida. Yo sé que mucha gente no está acostumbrada a escuchar cosas así pero esta es la simple verdad que veo en la Palabra y yo en lo personal no estoy dispuesto a ignorarla ni a hacerla a un lado.
Autor: Anastasios Kioulachoglou
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