Verdades Bíblicas
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1 Timoteo 5:8: “el que ha negado la fe es peor que un incrédulo”

Para ver un ejemplo de cómo Pablo se refería a la fe y que para él no era solo una confesión sino un forma de vida, vamos a 1 Timoteo 5. Ahí Pablo le escribe a Timoteo sobre las viudas y las obligaciones que los hijos y los nietos tienen con ellas. Los versos 3 y 4 nos dicen:

1 Timoteo 5:3-4
“Honra a las viudas que en verdad lo son. Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios.”

Dios tiene cuidado de las viudas y Él ordena que los hijos y los nietos cuiden de sus necesidades. Esta es la voluntad de Dios declarada. Ahora, supongamos que un creyente con viudas en su familia, se niega a esto. Pablo habla sobre este caso en términos muy claros en 1 Timoteo 5:8:

“porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.”

No creo que hoy en día alguien hable así. La gente de hoy tiene miedo de hablar la verdad por no ofender a nadie. Pero Pablo no tenía esos problemas y estoy seguro que amaba a la gente probablemente más que todos nosotros. De hecho creo que él no tenía tales preocupaciones precisamente porque los amaba. Pablo y los otros apóstoles, y primero y antes que nada el Señor mismo, nunca consideraron a alguien fiel solo porque éste decía que lo era. Cuando Pablo les dijo a los corintios que se examinaran a sí mismos si estaban en la fe, no se refería a gente que verbalmente había negado al Señor. Ellos definitivamente NO estaban en la fe. Más bien, se estaba refiriendo a los creyentes, personas que pensaban que estaban en la fe y aun así negaban practicarla, negándose por ejemplo a los miembros de su casa, incluyendo a la abuela o a la madre viuda. Los tales no estaban en la fe y aunque verbalmente no la habían negado, prácticamente así lo hicieron con sus actos. Por eso, negar la fe no significa que me pongo de pie y hago una confesión de fe con mi boca (aunque eso puede pasar también). Lo que más frecuentemente significa es que me niego a practicarla, a hacerla – consistente y habitualmente – lo que acompaña a la fe es vivirla. Pablo, usando el caso de un llamado creyente que se negó a cuidar de su casa, dijo que había negado la fe y que era peor que un incrédulo.

 

Autor: Anastasios Kioulachoglou

 

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