Verdades Bíblicas

“¿Tú también te irás?” (PDF) Edición en PDF

“¿Tú también te irás?”

Fue un día lleno de acción. Jesús acababa de alimentar a miles, usando solo cinco panes y dos peces. Después de este milagro, en Juan 6:15 leemos:

Juan 6:15
“Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de Él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.”

¡Querían hacerlo rey! En el verso 26 el Señor revela sus motivos:

“De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.”

No lo buscaban por los milagros sino porque comieron y fueron saciados. Mucha gente sigue al Señor por la misma razón, porque “comieron y fueron saciados”. Sin embargo, una vez que… desaparece el pan, una vez que “la tribulación o persecución se levanta por causa de la Palabra, inmediatamente desisten” (Marcos 4:16-17). Sí, están listos para hacerlo rey, pero no tienen raíces en la fe, como -veremos más adelante- aquellos hombres de Juan 6 tampoco tenían. Por supuesto, el Señor da abundantes bendiciones en cada campo de la vida. Aún así, habrá también períodos de prueba de la fe, de “persecución o tribulación por la Palabra”. Aquellos que tienen fe permanecerán mientras que aquellos que solo son temporales, que solo comieron el pan y lo buscaron por el pan, se irán.

Entonces lo tomarían y lo harían rey. Alguien puede preguntar, “eso estaría bien. ¿Por qué Jesús dejó pasar esa oportunidad? Iba a ser declarado exactamente lo que Él era.” Entonces mientras que la multitud estaba satisfecha y alegre, el Señor se fue al monte “SOLO”. Se fue del ruido y de las vanas expectaciones de esa gente y se fue al monte SOLO.

“cuando la gente vio que Jesús no estaba ahí, ni sus discípulos, también se fueron en barcas a Capernaúm, buscando a Jesús”.

La multitud estando satisfecha corría para encontrar a Jesús. Como en las elecciones donde los votantes corren tras los políticos que les prometen más -más pan, más prosperidad- así también ellos. Se apresuraban tras el Señor porque estaban satisfechos. “¿Qué milagros me cuentas? ¿Qué enseñanzas? Te sigo porque puedes incrementar mis bienes. Puedes darme más cosas, mejores cosas, cosas más grandes.” Lo buscaban por todas partes. Cuando lo encontraron, Él los regaño. No deben de poner su atención en lo que perece sino en lo que no perece, la vida eterna (Juan 6:27). Y ahí comienza la conversación:

Juan 6:28-34
“Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que Él ha enviado. Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.”

Luego el Señor les explicó que Él es el Pan de Vida y esa es la voluntad del Padre “Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”, el dijo.

Murmuraban entonces de Él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?”

Y en el verso 52

“Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”

De seguirlo en multitudes, una vez que escucharon Su Palabra, la misma gente que había comido de sus manos un día antes, la misma gente que habían tomado las barcas para buscarlo y que querían hacerlo rey, “murmuraban contra Él”. Cuando alguien sigue al Señor por las razones equivocadas, puede llamarlo Señor y Rey pero cuando las cosas no salen como él desea, el Señor se convierte en “este”. Jesús obviamente no cabía en lo que ellos pensaban. Así que, en vez de cambiar su opinión, se fueron.

El verso 60 dice:

“Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?”

La queja no pasó desapercibida por el Señor, quién explicó:

“¿Esto os ofende? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.”

¿Es posible que aunque habían visto tantos milagros no creyeron? Como parece, así fue. La fe cualquiera que tenían fue como la de la segunda categoría de la parábola del sembrador (“creyeron un poco y en el tiempo de la tentación se apartaros” (Lucas 8:13)). “¿Cómo era posible que Jesús dijera cosas tan duras?” murmuraban. “Vamos Jesús, di algo más suave que las multitudes puedan aceptar.” Y el verso 66 dice:

“Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con Él”

Los discípulos que hicieron eso no fueron uno o dos. Como la Palabra dice muchos escogieron volver y ya no seguirlo. Las multitudes lo dejaron y junto con ellos muchos de los discípulos. Sin embargo, el Señor no corrió tras ellos… explicar el mal entendido. Sabe que para quedarse con Él tienen que tener las razones correctas. Y luego se vuelve a los doce:

“Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?”

“¿Ustedes también se quieren ir?” el Señor no obligó a nadie a quedarse (y no obliga). Había invertido tanto en esta gente. Les había dado poder. Les había dado autoridad hizo milagros. Les había abierto su corazón. Los había llamado amigos. Sin embargo, no los controló y no controla a nadie. No nos quiere con Él solo porque Él así lo quiere sino porque tú también quieres. “¿Tú también te quieres ir?” Aquí viene Pedro a darle la respuesta correcta:

“Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente

Que esta sea la respuesta y que esa sean las razones por la cual seguimos al Señor. Solo aquellos que creen que Él tiene palabras de vida eterna Y HAN CREÍDO Y SABEN QUE ÉL ES EL MESÍAS EL HIJO DEL DIOS VIVIENTE no se irán sino que le seguirán constantemente, hasta el final.

Anastasios Kioulachoglou

Español: Aleida López de Steinmetz
Versión Bíblica: Reina-Valera 1960