Verdades Bíblicas
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¿Son las enseñanzas del evangelio, incluyendo los “dichos duros” para nosotros?

Muchos considerarán esta pregunta como boba y dirán que, por supuesto que los evangelios son relevantes para nosotros. Pero hay algunos que implícita o explícitamente creen que los evangelios no tienen semejante importancia porque, de acuerdo a su punto de vista, no se refieren a nosotros sino a los judíos, viviendo en la época de la ley. La base de esta teoría es el llamado dispensacionalismo, el cual llevado al extremo concluye que lo único relevante para los creyentes de hoy en día son las epístolas (y en algunas formas extremas de dispensacionalismo, solo parte de ellas) , mientras que la Palabra de Dios que queda es para nuestra información solamente. Sin duda alguna, la Biblia tiene partes que no aplican para los cristianos. Por ejemplo, la ley y sus ordenanzas, es algo que cubre gran parte de Éxodo, Levítico, Deuteronomio y Números. Puesto que la ley de Moisés ya no es válida (Hebreos 8:13, Colosenses 2:13-14) tendríamos razón al decir que esas partes no están ahí para nuestra directa aplicación sino para nuestra información y beneficio. Esto por supuesto, no sucede con todo el Antiguo Testamento. Los Salmos y Proverbios por ejemplo, son libros de verdades eternas que no tienen conexión con una era en particular. Los mismo es verdad para muchos escritos proféticos. Entonces en vez de lo que muchos hacen, clasificar la parte antes de los evangelios como “Antiguo Testamento” (aquellos que apoyan que los evangelios no son relevantes para nosotros ponen esa separación en Hechos), yo más bien pondría atención y leería lo que dice y luego preguntarme a mí mismo si hay una razón por la que algo no se refiera a mi. Por ponerlo de otro modo, en vez de partir la Palabra de Dios en partes como Antiguo y Nuevo Testamento (las cuales como quiera son divisiones hechas por el hombre) más bien yo tomaría la palabra de Dios, como UNA y evaluaría si hay razones por las cuales tal vez eso no se refiere a mí. Aunque, mucho de Números y Deuteronomio etc. no se refiere a mi: se relaciona con el antiguo pacto y aquellos que bajo el viven. Tengo razones para no aplicar el sacrificio de cabras etc. puesto que están obsoletos: Jesucristo dio Su sangre y una vez y por todas y no se necesita ningún otro sacrificio. Lo mismo podríamos decir de la ley del Sabbat, la ley del diezmo etc. Puedo aprender de ellos pero son leyes que ya no son válidas para mi directa aplicación.

Continuando ahora con Jesús y sus enseñanzas, algunos han tomado el hecho de que cuando Jesús hablaba la ley aún estaba ahí, siendo cumplida por Él (fue completamente cumplida con su crucifixión) y basados en esto apoyan que lo que Jesús dijo no se refiere a nosotros sino a las personas que están bajo la ley. Así que partes de las epístolas son elevadas y los evangelios son degradados como no relevantes para nosotros, no obstante creando una antítesis entre Jesús y los escritos de sus mismos discípulos. Creo que eso está equivocado, porque Jesús vivió en una época cuando la ley estaba vigente y estaba siendo cumplida por Él, ¡no vino a enseñar sobre la ley mosaica! ¿Cuál era entonces su misión? ¿A qué fue enviado? Vamos a permitirle darnos la respuesta: En Lucas 4:43 leemos:

“Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado.”

El propósito por el que fue enviado Jesús era para predicar las buenas nuevas (evangelio) del Reino de Dios. No vino a predicar solo algunas buenas noticias sino a algo específico: las buenas noticias del Reino de Dios. La predicación de que viene el Reino de Dios – como Él mismo dijo – la mera razón por la cual fue enviado.

Mateo 4:17 verifica claramente que el Reino de Dios (o Reino de los cielos, como lo llama Mateo) fue el comienzo y permaneció como el tema principal de la enseñanza de Jesús:

Mateo 4:17
“Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”

Y de nuevo después de algunos versos:

Mateo 4:23
“Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.”

Lo que Jesús enseñaba no era la ley sino el evangelio del Reino de Dios. Después en Su primer enseñanza registrada en Mateo, el llamado sermón del monte, Lo encontramos iniciándolo de la siguiente manera:

Mateo 5:2-3
“Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.”

Más adelante en Lucas 8:1
“Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él,”

Y Lucas 9:59-60
“Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios.”

Las frases “reino de Dios” y su sinónimo “reino de los cielos” aparecen 84 veces en los evangelios. El Reino de Dios era el tema principal de la enseñanza del Maestro. Entonces, adivina qué: de lo que mayormente habló y lo cual está registrado en los evangelios es sobre el Reino de Dios – el tema principal y misión de Jesús – y no sobre la ley, aunque puesto que la ley aun no había sido cumplida pero iba a ser cumplida, se pueden ver por ahí cosas respecto a la ley. Pero de ninguna manera puede alguien clasificar el mensaje de Jesús como solo refiriéndose a los judíos bajo la ley. Más bien, el mensaje de Jesús trataba de las buenas noticias del Reino de Dios y cómo entrar en el. ¿A caso no es el entrar en el Reino de Dios el objetivo principal que tú y yo tenemos? Si sí, pongamos atención al especialista en la materia, lo que el Rey mismo dice al respecto, en vez de cometer el grave error de básicamente hacerlo a Él a un lado como no relevante para nosotros.

Prosiguiendo, veamos lo que Jesús estaba hablando con Sus discípulos cuando resucitó de entre los muertos y hasta Su ascensión. En Hechos 1:3 encontramos el resumen de ello:

“a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.”

El Reino de Dios no era algo que Jesús solo enseñó antes de su crucifixión o solo como un tema entre muchos otros. Sino que era el tema principal, diría yo, de Su ministerio. Predicaba al respecto antes de la crucifixión y continuó predicandolo incluso después de la resurrección hasta Su ascensión. Ahora, ¿qué fue lo que los discípulos hicieron después de la ascensión? ¿Cambiaron las reglas? De nuevo el libro de Hechos nos da la respuesta:

Felipe, predicó el Reino de Dios (Hechos 8:12):

“Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.”

Pablo y Bernabé, predicaban sobre el Reino de Dios y cómo entrar en el, lo cual es aparentemente “a través de muchas tribulaciones”:

Hechos 14:21-22
“Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.”

Pablo de nuevo pero esta vez en Efesios:

Hechos 19:8
“Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios.”

Pablo, ahora en Roma, arrestado:

Hechos 28:23
“Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas.”

Y el libro de Hechos concluye de la siguiente manera, refiriéndose a este gran apóstol:

Hechos 28:30-31
“Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.”

Resumiendo: el Reino de Dios era el propósito por el cual Jesús fue enviado. Todo el tiempo predicó al respecto, hasta Su ascensión. Luego los apóstoles se quedaron a cargo e hicieron lo mismo. Pablo predicó sobre el Reino de Dios proclamándolo todo el tiempo hasta el final de su vida. Lo mismo hizo Felipe y estoy seguro que los demás también. Por lo tanto vemos que el tema no varía: tanto Jesús como los apóstoles predicaban el Reino de Dios. Es un grave error el degradar los evangelios como supuestamente parte de la ley, porque a través de que la ley iba a ser cumplida, lo que los evangelios primordialmente describen, el tema principal, es el Reino de Dios y no la ley.

Por lo cual, los evangelios tienen MUCHO más que ver con la era en la que vivimos que con la antigua era de la ley. Esto es especialmente así en las partes que leemos previamente en el capítulo 3 de este estudio, las cuales fueron de hecho dirigidas a Sus discípulos y fueron dadas – la mayor parte de ellas – solo unas cuantas horas antes de Su arresto. Entonces a la pregunta: ¿esos pasajes son para nosotros? La respuesta es corta y simple: sí lo son. Si somos discípulos de Cristo, personas que quieren entrar en el Reino de Dios, lo que ambos dicen, tanto el Maestro como Sus apóstoles, es relevante para nosotros y no se contradicen. ¿Cómo podrían? A continuación lo que el Señor ordenó a Sus discípulos justo antes de Su ascensión:

Mateo 28:18-20
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”

El Señor ordenó a los apóstoles que hicieran discípulos y que les enseñaran a guardar todo lo que Él había ordenado, en tiempo pasado. Por eso no era ninguna revelación nueva lo que Él estaba hablando aquí, sino ordenes y enseñanzas que ya les había dado y el lugar donde todas esas enseñanzas del Señor se encuentran ni más ni menos que en los evangelios.

Entonces, ¿los evangelios, los dichos de Cristo y en particular los dichos de Sus discípulos, son relevantes para el cristiano hoy en día? Absolutamente. No nos equivoquemos al respecto.

 

Autor: Anastasios Kioulachoglou

 

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