Verdades Bíblicas
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¿Qué debemos hacer ahora? ¡Servir al Señor!

Concluyendo este estudio, la posible pregunta: y ahora ¿qué hacemos? Pienso que lo primero que uno debe de hacer es tomar su Nuevo Testamento y comenzar una lectura cuidadosa de los evangelios y de Apocalípsis sin los lentes de doctrinas conocidas o apreciadas, confirmando por sí mismo lo que hemos visto en este estudio. Así como los bereos verificaban a Pablo de acuerdo a la Escritura, así mismo debes hacer tú en cuanto al material de este estudio.

Además me gustaría presentarte, como conclusión, lo siguiente: Al Señor se le llama Señor porque es el Maestro, el Jefe, el que manda. Nosotros por otro lado, habiéndolo hecho nuestro Señor, somos por definición sus siervos. De hecho, la palabra siervo en el Nuevo Testamento tiene más el significado de esclavo, esto es, el significado de alguien que está completamente dedicado a hacer la voluntad de Su Maestro. Como Romanos 6:20-23 dice:

Romanos 6:20-23
“Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Antes de ser creyentes eramos esclavos del pecado. Pero después de creer y de haber sido libres del pecado nos hemos convertido en siervos de Dios. Esto no está reservado para algunos escogidos que hacen algún compromiso especial con el Señor, sino para todo aquel que ha hecho a Jesús su Señor. Porque al hacerlo su Señor simultáneamente se hizo siervo de Él. Y aquí les presento lo que el Señor dijo sobre aquellos que le sirven, manteniendo la Palabras del Maestro y sus mandamientos:

Juan 12:26
“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.”

Juan 14:21
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.”

Juan 14:23
“Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.”

Hablando del que le sirve y guarda lo que Él, su Maestro, dice (esto es, Su Palabra, Sus mandamientos, lo que el Maestro ordena) el Señor dice que: “El Padre lo amará”, “el Padre lo honrará”, “lo amaré y me manifestaré a él”, “Yo y mi Padre vendremos a Él y haremos morada con él”. ¡Wow! La frase “tener compañerismo con Dios” ha terminado siendo usada como un cliché, una frase que escuchamos un sin número de veces pero cuyo significado no se toma en cuenta correctamente. Pero lo que leemos aquí es sumamente importante. La vida es sin duda compañerismo con Dios y tener al Padre y al Hijo morando con nosotros. Tener al Hijo manifestándose a nosotros, es la mera definición de compañerismo. Esto no es nada abstracto sino algo que ocurre sin duda alguna. Pero ¿a quiénes? A aquellos que le sirven y guardan Su Palabra y Su voluntad. Si no nos importa esa voluntad, si no nos consideramos a nosotros mismo esclavos del Señor sino “creyentes” los cuales pueden seguir siendo esclavos del pecado, tal compañerismo no se llevará a cabo. El Señor es muy claro: aquellos que le aman son aquellos que guardan sus mandamientos, Su Palabra. Aquellos que no lo hagan, no le aman y el Señor no se manifestará a ellos.

¿Qué hacemos entonces? Debemos hacer un compromiso de seguir a Jesús, de ser sus fieles discípulos, sin importar lo que eso implique, lo que cueste, dejando de vivir nuestras vidas como esclavos del pecado, sino como esclavos del Señor.

Para evitar malos entendidos: esto no significa andar corriendo por ahí como pollos llenos de pánico haciendo cualquier cosa que se nos venga a la cabeza como voluntad de Dios. Más bien significa verificar Su Palabra y encontrar lo que quiere que hagamos y al mismo tiempo estar en sintonía con Él para escuchar próximas instrucciones y ordenanzas del Maestro que mora en nosotros, el Espíritu Santo en nosotros. Tales mandamientos e instrucciones, si vienen del Maestro, nunca violarán la Palabra escrita de Dios sino que nos dará dirección y sabiduría sobre cosas específicas que Dios puede que quiera que hagamos y las cuales no están descritas a detalle en la Biblia.

Mira por ejemplo la instrucción que recibió Pablo de ir y predicar la Palabra de Dios en Macedonia. Él y su equipo estaban buscando a Dios respecto a qué hacer a continuación y el Maestro les dio Su orden, a través del Espíritu morando en ellos (Hechos 16:6-10). Ellos como esclavos del Maestro hicieron Su voluntad. Es trabajo del maestro el llamar a Sus siervos y el trabajo del siervo es estar en sintonía con el Maestro para que cuando llame, éste reaccione inmediatamente, haciendo Su voluntad.

¿Conocemos la voluntad de Dios como está escrita en la Biblia? ¿Estamos en sintonía con el Maestro para recibir Sus instrucciones respecto a lo que quiere que hagamos? ¿Hemos hecho compromiso de seguir al Maestro sin importar qué, sin importar el precio? Si no, puede que ahora sea el tiempo de hacerlo.

 

Autor: Anastasios Kioulachoglou

 

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