Verdades Bíblicas
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El dar en el Nuevo Testamento - Hechos 2 y 4

Los primeros capítulos de Hechos son muy conocidos por la forma de compartir que se demuestra entre los creyentes. Aquí están algunos ejemplos:

Hechos 2:42-45
“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.

Y Hechos 4:32-35
“Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.

Ya hemos tratado intensamente con estas referencias de Hechos en nuestro estudio sobre los bienes materiales1. Aquí les presento unos puntos de ese estudio:

i) Lo que sucedió en Hechos 2 y 4 era voluntario, no obligatorio. La gente no tenía que vender sus posesiones ni tampoco era una condición previa para ser cristiano. Lo hicieron por voluntad propia. ¿La prueba? Lo que Pedro le dice a Ananías, el hombre que vendió un bien y trajo solo una parte del dinero obtenido, presentándolo ante los apóstoles como la cantidad total de la venta (o sea que él mintió). Como Pedro le dijo: “Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.” Si Ananías se hubiera quedado con su propiedad y no la hubiera vendido NO habría sido pecado. El pecado de Ananías no es que haya tenido una propiedad, sino que solo trajo una parte a los apóstoles presentándola como la totalidad del precio de la venta. Era legal el poseer una heredad y también quedarse con la ganancia obtenida de la venta. Lo que sin embargo no era correcto, era presentar la ganancia obtenida ante Dios y los miembros de la iglesia como completa y haberse quedado con una parte. Eso era mentirle a Dios y era eso lo que Pedro condenó. Podemos deducir de esto que no era pecado el tener bienes materiales, ni tampoco todos los de la iglesia del siglo I tenían que vender sus posesiones al convertirse en cristianos.

ii) Lo que sucede en Hechos 2 y 4 era único y no era la práctica general de la iglesia del Nuevo Testamento. De hecho, no encontramos esta práctica en ninguna parte fuera de Jerusalén. Lo que acabamos de ver de 1 de Corintios, es que cada uno reservaba regularmente una parte según habían prosperado, para que cuando Pablo llegara se juntara y así le fuera llevado a los santos pobres de Jerusalén.

iii) Aunque no es pecado el poseer bienes materiales debe de haber una actitud correcta hacia ellos. Y esta actitud es la de considerar activamente que todo lo que tenemos le pertenece al Señor y no a ti, Su mayordomo. Es la de buscar activamente la voluntad del Señor ante todo, incluyendo tus bienes. Es la de estar listos para venderlo todo, si eres llamado a hacerlo. Por supuesto que no estamos hablando aquí sobre el deseo de ser rico, el deseo de querer más y más bienes. Tal deseo tiene nombre en la Palabra de Dios y se llama codicia, amor al dinero, la raíz de todos los males (1 de Timoteo 6:10). Tal deseo no tiene lugar en la vida de un cristiano genuino.

Anastasios Kioulachoglou

 


Notas al pie

1. Este estudio se puede encontrar en la página del autor: “Algunos pensamientos sobre las posesiones materiales”.