Verdades Bíblicas
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Conclusión  y qué hacer con la información de este libro

Ahora, después de todo lo anterior hagamos una breve conclusión. En nuestro estudio, ha quedado claro que no hay diezmo en nuestro tiempo, en la era del Nuevo Testamento. El diezmo, junto con las otras ordenanzas y escritos de la ley, se ha vuelto obsoleto, a través de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Lo que es válido en el Nuevo Testamento son ofrendas voluntarias, las cuales son dadas para los siguientes propósitos:

i) para apoyar a los santos pobres. Esta es la forma más común de ofrendar y de la cual habla mayormente el Nuevo Testamento.

ii) Regalos voluntarios a los misioneros y apóstoles, esto es, a los enviados (eso es lo que la palabra “apóstol” significa) y van, de pueblo en pueblo, expandiendo la Palabra de Dios.

iii) Regalos de libre voluntad (no sueldos) a los ancianos, esto es, a los que son más maduros en la fe (“anciano”) hermanos que actuaban como pastores, supervisando el rebaño de Dios en la iglesia local.

iv) Apoyar a las viudas que confían en Dios y que además son mayores en edad, loables por sus obras y no tienen a nadie más de su familia que cuide de ellas.

Los regalos eran dados de libre voluntad “conforme cada uno prospera” esto es, de acuerdo a lo que tenían. Era para que fueran dados como “uno propusiera en su corazón, no de mala gana o por necesidad; porque Dios ama al dador alegre.”

Aunque creo que cada parte de la Escritura es igual de importante, creo que hay partes que son enfatizadas más que otras por el espacio que se les da. Si hablo contigo y el 90% de lo que estoy diciendo trata de A y 10% trata de B, obviamente pongo más énfasis en A que en B. Y en materia de dar, 90% trata de dar a los santos pobres (incluyendo a las viudas) mientras que hay 2 versos que hablan de dar a los ancianos, otros pocos más sobre dar a las que plantan iglesias (misioneros, apóstoles, enviados). Todos son importantes pero el peso escritural está, en mi opinión, en apoyar a los santos pobres. ¿Comparando con nuestro tiempo? En una iglesia occidental típica del siglo XXI el 40-60% de los gastos están relacionados con los sueldos del personal con otro 20-30% que va a la construcción del edificio y cuentas. ¡En la iglesia del siglo I no había tales objetos! ¿Porqué necesitamos tenerlos? ¿Porqué no podemos volver al modelo de la iglesia del Nuevo Testamento, establecer liderazgos colectivos de creyentes, y cada uno de ellos tiene su propia ocupación para ganar su ingreso? ¿Porqué no nos reunimos en casas así como ellos se reunían en vez de tenernos que sentar cada domingo en un auditorio a escuchar un sermón de 40 minutos… lo cual a un pastor le genera el costo y al edificio el alojamiento? Si así lo hacían en el Nuevo Testamento, ¿porqué no podemos hacerlo como ellos? ¿Porqué tomamos lo que normalmente iría a los santos pobres y a las misiones que expanden el reino de Dios y lo damos para mantener estructuras y tradiciones que son extrañas en la Piensa en esto y haz las preguntas difíciles.

¿Qué hacer con las que has aprendido en este libro?

Habiendo dicho lo anterior, necesito dejar claro: Con estas preguntas quiero retarte, pero no estoy propagando el que dejes la organización de tu iglesia. Dejar la iglesia no es una solución. Es solo una reacción y de hecho una inmadura. Para mí, la iglesia es más que estructuras y diezmos: es gente, hermanos y hermanas en Cristo. Para mí, ellos, - y no un edificio hecho de piedra, un sistema, o un nombre – son la iglesia. Escribiendo este estudio hubo dos cosas para mí: primero fue instructivo y reconfortante. Siempre es reconfortante y libertador el descubrir las verdades de la Palabra de Dios. Al mismo tiempo, escribir este estudio fue doloroso porque sabía que estaba escribiendo algo controversial. La razón por la que escribí este libro es porque tenemos que estar informados de lo que la Palabra de Dios dice. No podemos cerrar los ojos y olvidarnos del tema. Es la verdad, y yo personalmente he decidido, con la ayuda del Espíritu Santo, a seguir esta verdad. Tengo que mostrarte lo que veo que la Palabra de Dios dice. Es mi trabajo y he tratado de hacerlo con lo mejor de mis habilidades. Al mismo tiempo busco tener, con mis hermanos y hermanas en Cristo, un alto nivel de tolerancia en materias teológicas. Te sugiero lo mismo. No toleraré si alguien dice ser hermano en Cristo y dice y dice que no cree que Jesús es el hijo de Dios y que Él lo levantó de los muertos. Esos son materias fundamentales para nuestra fe. Nadie puede proclamarse creyente si no cree en ello. Simplemente no es salvo. Necesito señalar la verdad a esa persona en amor y lo haré de inmediato. Pero con aquellos que creen las verdades fundamentales que hacen a alguien cristiano (esto es, que Jesucristo es el Señor, el hijo de Dios, el Mesías, y Dios lo levantó de los muertos) no empezaré una pelea sobre diezmar o el sistema de las iglesias de hoy en día. Ni por supuesto que tampoco voy a dejar a mis hermanos y hermanas que son la iglesia, el cuerpo de Cristo, porque no están informados sobre el diezmo o porque no están de acuerdo conmigo. El sistema no cambia así. El sistema no cambia con reacciones, sino con acciones. Cambia, creo, cuando cada uno de nosotros empezamos a buscar la Palabra de Dios. Cuando él o ella está sediento de aprender lo que Dios dice sobre la materia. Cuando él o ella no está satisfecho con la iglesia oficial o incluso puede que le diga que escudriñe las Escrituras por sí mismo para ver si en verdad son así, como hicieron los habitantes de Berea. Luego después de que lo aprenda, está ansioso de aplicarlo con amor. En este libro leíste que la Palabra de Dios le da mucha importancia a ayudar al pobre y a los santos que tienen problemas. ¡Anda, hazlo! Aprendiste en este libro que los ancianos de la Biblia, obispos y pastores no eran personas que se habían graduado de escuelas teológicas y empezaron una carrera como empleados de la iglesia. Eran gente con trabajos y familias como tú y yo. Eran sencillos, comunes, gente, como el pescador inculto que el Señor llamó para que lo siguiera. También eran personas maduras en Cristo que tomaron en sus manos el pastorear, supervisar a los creyentes jóvenes. ¿Eres un cristiano maduro? Si sí, levántate dentro o fuera del sistema, y haz el trabajo de un creyente maduro. Si Dios quisiera continuar el sistema levita con algunos individuos haciendo el ministerio mientras que el resto de nosotros paga sus diezmos para mantenerlos, así lo hubiera hecho. Pero no lo hizo. Sino que Cristo nos hizo a todos sacerdotes y reyes. Todos somos el real sacerdocio con nuestra función ordenada por Dios. Peleando contra el sistema “un solo hombre lo hace todo”, diciendo qué tan equivocado está y al mismo tiempo pasar por alto el hecho de que somos hermanos y hermanas en Cristo, yo creo que esa es solo una reacción inmadura. La acción es levantarse, encontrar y pararte donde Dios quiera que estés en el cuerpo de Cristo. Haz tu parte y tu función lo mejor que puedas con tus dones y habilidades. Tienes que saber y estar informado basado en la Palabra de Dios sobre lo que esta correcto y lo que no. Esto es lo que he tratado de hacer en este libro en cuando a dar y diezmar. Esto es necesario, pero no para usarlo como espada. Es para que hagas lo que la Palabra de Dios te dice que hagas, sin condenar o separarte de los hermanos que no lo hagan.

Ahora, si eres pastor, también tengo que aclarar que no tengo nada en contra tuya. Hermano, no te sientas amenazado. Sentirse amenazado es de nuevo una reacción y no una acción. No creo que ninguna iglesia vaya a despedir a un pastor porque no es bíblico pagar sueldos pastorales. Esa no es la manera de proceder. Lo que yo creo que se debería de hacer es que todos deberían de reconocer que los pastores son hermanos, solo hermanos. No son jefes, no son la cabeza del cuerpo (como escuché una vez en una reunión en la iglesia). Cristo es la cabeza del cuerpo, Cristo es el jefe, y todos los demás son miembros de ese cuerpo. Los pastores deberían de motivar a los otros miembros del cuerpo a crecer, a levantarse, transfiriéndoles tareas y actividades de ellos mismos a los creyentes que van madurando. Por ejemplo, (y es solo un ejemplo): bien o mal el punto de interés en un servicio en la iglesia es el sermón. Pide a la congregación que se levanten como hermanos y den sermones además de ti, rotándose. No solo uno o dos cuando estés fuera de la ciudad. Sino regularmente, en la misma porción así como tú. ¿Porqué no? No debería ser difícil para un hermano dejar el púlpito, y ¿a caso no es exactamente eso lo que la iglesia es: hermanos y hermanas en Cristo que se reúnen? Yo he visto pastores que carecen del don de la enseñanza. No es malo. ¿Por qué sería? Un pastor es solamente otro hermano en el cuerpo de Cristo. “¿Son todos apóstoles o profetas, o maestros?” dice la Palabra (1 de Corintios 12:29). La respuesta es obviamente no. Puede que esa gente no tenga el don de enseñar pero tienen otros maravillosos dones. Aun así seguirán predicando cada semana, porque de acuerdo al sistema, el sermón es una tarea del pastor. Esto es triste, pero solo lo menciono como ejemplo. No es el punto principal. El objetivo es que los pastores deberían de ayudar a la congregación a crecer y los más maduros deberían tomar en sus manos algunas de las tareas del pastor para que la carga sea distribuida equitativamente entre los hermanos maduros. El pastor entonces funcionará en su dimensión verdadera como otro miembro más del cuerpo y no en la dimensión distorsionada de hoy, como “explícita o implícitamente”, “cabeza del cuerpo”. Entonces también será libre de ganar su ingreso trabajando como todos los demás y la congregación debería ayudar en esto encontrando, si es posible, un trabajo para él. No hay espacio para peleas y divisiones. Estas solo vienen debido a reacciones a la verdad de la Palabra y no debido a acciones. Como la Palabra dice: “Ciertamente la soberbia concebirá contienda” (Proverbios 13:10 - RV). Si nosotros como creyentes queremos seguir el camino de Dios, ese camino tiene un nombre: se llama el camino del amor y la humildad y podemos hacerlos. Podemos hacer lo que los cristianos del siglo I hicieron. Puede que suene loco, riesgoso y nuevo. Definitivamente es más fácil quedarnos como estamos. ¿Pero porqué? ¿Porqué nos desviaríamos por disposición propia de lo que sabemos que la Palabra de Dios dice? Yo en verdad no veo motivo para hacerlo así. ¿Y tú?

Anastasios Kioulachoglou