Verdades Bíblicas
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Apoyar a la iglesia para los salarios del personal – lo que la Palabra dice y lo que no

Esta es otra pregunta muy interesante cuando se trata de dar. Con la palabra “personal” me refiero a la gente como los pastores, asistentes de los pastores, líderes de jóvenes, esto es, “profesionales” que de algún modo se supone que se encargan del ministerio principal del trabajo de la iglesia local. Esta pregunta se vuelve aún más interesante porque los salarios del personal probablemente son la porción más grande de los gastos que una iglesia moderna tiene. Antes de que avancemos, tenemos que notar que la jerarquía de la iglesia que hoy vemos en las iglesias contemporáneas, no es algo que encontraremos en la Biblia. De acuerdo a esta jerarquía, tenemos al pastor quien es –implícita o explícitamente- algo así como la cabeza/jefe de la iglesia. Debajo de él hay otros profesionales iguales que hacen el trabajo de líder de jóvenes, asistente del pastor, etc. Y usualmente están empleados de tiempo completo en la iglesia trabajando para el pastor. El pastor mismo puede estar bajo un “obispo”, quien esta como a cargo del clero en la región. Luego tienes a los ancianos. Ellos usualmente “no son “profesionales”, esto es, son gente con trabajos de tiempo completo “normales” y participan en la administración de la iglesia. Finalmente tienes a todos los demás creyentes, que junto con los ancianos son a lo que se le llama “laicado”. Aunque no toda iglesia sigue dichas distinciones, existen, incluso implícitamente en la vasta mayoría de las iglesias, Ahora yendo al Nuevo Testamento, veremos que ahí no hay tales estructuras. Ahí no ves pastores, asistentes del pastor, obispos y ancianos como una categoría de personas separada. En el Nuevo Testamento, lo que ves en el liderazgo de la iglesia local son ancianos. A ellos también se les llama pastores y obispos. En el Nuevo Testamento, ancianos, pastores, obispos son términos usados para la misma gente. La función de esta gente es la de pastorear la iglesia local, supervisando al rebaño (la palabra en griego para “obispo” significa supervisor) ya que ellos son hermanos mayores, esto es, mayores en la fe, creyentes maduros. Hay muchas porciones de la Escritura que ponen lo anterior en claro y pronto haré un estudio con respecto a este tema exclusivamente, pero aquí hay un pasaje que abarca todo: En Hechos 20:17 Pablo, en camino hacia Jerusalén, pasó de Éfeso, donde llamó “a los ancianos (plural) de la iglesia”. Nota que había una iglesia, la iglesia de Éfeso, y muchos ancianos. Nota también que Pablo llamó a los ancianos. El texto no dice que llamó a los ancianos, al pastor y al asistente del pastor y al obispo. ¡Solo a los ancianos! Todos iguales, sin ningún título especial adjuntado a ninguno de ellos. No había ninguna persona llamada “pastor” o “asistente del pastor” etc. Había ancianos. ¡Y eran muchos! Veamos ahora lo que les dijo:

Hechos 20:28
“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.”

En este verso tienes todo. La gente invitada a esta junta eran los ancianos de la iglesia de Éfeso. Ahora, ¿cuál era el rol de estos hermanos? Su rol era el de ser SUPERVISORES. La palabra traducida como “supervisores” en este verso es la palabra en griego “episkopos”. Es esta misma palabra la que la RV 1960 en 1 de Timoteo 3:2 traduce como “obispo”, diciendo: “el obispo [episkopos] sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente…” Del mismo modo se traduce de nuevo en Tito 1:7 “Porque es necesario que el obispo (episkopos) sea irreprensible, como administrador de Dios”. Otras traducciones, en los versos anteriores, han traducido “episkopos” como “supervisor”. Los ancianos de la iglesia de Éfeso – y para esto, los ancianos de la iglesia del Nuevo Testamento – eran “episkopoi”, que significa “supervisores”. Por lo cual: los “episkopoi” mencionados en la Biblia son los ancianos de la iglesia local. Como Vine en su diccionario dice:

“el término “anciano” indica la madurez espiritual, experiencia y entendimiento de aquellos a los cuales se les describe de esa manera; el término “obispo”, o “supervisor” indica el carácter del trabajo asumido” (Diccionario de Vine pp. 130-131).

En la Biblia, obispos y ancianos son lo mismo. Puede ser que en el mundo de hoy se les presenta como dos clases distintas de personas, pero tal distinción no viene de la Biblia.

Pero en Hechos 20:28 dice más: nota que los ancianos estaban señalados para pastorear a la iglesia de Dios, o como en la NVI viene, para ser pastores. La palabra “pastor” que aparece en este pasaje es la palabra en griego “poimaino” que significa “actuar como pastor” (Diccionario de Vine, p. 427), en otras palabras “pastorear”. Es exactamente el pronombre de este verbo y su plural, el pronombre “poimen”, que se usa en Efesios 4:11 y se traduce como “pastores”. La palabra “poimen” se usa 17 veces en el Nuevo Testamento, y de todas solo en una se traduce como “pastor”. Esto es en todos los casos, excepto Efesios 4:11 donde se traduce como “pastores”. Esta traducción ha causado mucha confusión. La gente habla del pastor tal o cual y se refieren a alguien que fue a la universidad teológica y se convirtieron en ministro, un “pastor”. Y luego van a la Biblia a Efesios 4:11 y dicen “aquí está… la Palabra de Dios habla de pastores”. La Palabra, sin embargo, habla de “pastores”. Y un pastor no es necesariamente alguien que se haya graduado de la universidad teológica y “pastoreé” una iglesia. Un pastor es alguien que alimenta un rebaño. Y no solo lo alimenta, sino que también lo guía, va frente a él. Además, cuida de los que se han herido. Podemos encontrar todas las funciones de un pastor en la Palabra de Dios, pero como dije, no quisiera entrar más a detalle, ya que el propósito de este estudio es diferente. Ya saldrá otro estudio tratando este tema. Sin embargo, lo que tenemos que tener en mente aquí, es lo siguiente: La Palabra de Dios no hace distinciones en ninguna parte como las que tenemos hoy en muchas de las iglesias. No sabe nada sobre pastores, obispos, asistentes de pastores y ancianos como categorías de gente separadas. De lo que sabe, es sobre ancianos que pastorean al rebaño de Dios, la iglesia local, como supervisores. Esos ancianos no eran personas con títulos teológicos. Eran personas comunes de la congregación. Eran creyentes que habían madurado y estaban listos para pastorear y supervisar a los jóvenes creyentes con el objetivo final de edificarlos en Cristo. No hay ninguna indicación en la Escritura de que estos ancianos hayan tenido que dejar su trabajo secular. No hay ninguna indicación en la Escritura sobre ancianos que hayan obtenido una mensualidad o un salario regular de la iglesia local por el trabajo que hacían. De hecho, No había ninguna iglesia del Nuevo Testamento, en la cual los ancianos que pastoreaban, supervisaban, el rebaño fueran empleados de tiempo completo de la iglesia, obteniendo un salario regular de la iglesia. ¿Tenemos alguna prueba de ello? Sí la tenemos, solo sigue leyendo.

Sobre los salarios del personal de la iglesia: el ejemplo de Pablo

Pablo y su equipo eran trabajadores apostólicos, yendo de pueblo en pueblo predicando el evangelio y plantando iglesias. Nunca se quedaban en un lugar particular permanentemente. Estaban más o menos como en movimiento siempre, predicando el evangelio. Para esa gente, y también lo vamos a ver más adelante, el Señor ordenó:

1 de Corintios 9:14
“Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.”

Esta no es una referencia para ancianos, residentes permanentes de la iglesia local. 1 de Corintios 9 no es para ellos. Esta referencia es para los apóstoles, los trabajadores apostólicos que iban de pueblo en pueblo, predicando el evangelio y plantando iglesias. En otras palabras, eran lo que hoy nosotros llamamos misioneros. Estos trabajadores apostólicos podían vivir completamente del evangelio. Pablo era uno de ellos, Bernabé era otro. Como Pablo dice en los versos 3-6 del mismo capítulo:

“¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber? ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar?

Para expresar de otra manera la última pregunta para que quepa en la forma en que las primeras dos preguntas están compuestas: “¿A caso Bernabé y yo no tenemos derecho a dejar de trabajar?” La pregunta implica que los apóstoles en general no tenían una ocupación secular. Pero Pablo y Bernabé sí. Pablo y Bernabé, con “la preocupación de todas las iglesias” (2 de Corintios 11:28) sobre Pablo, aún seguían trabajando. El Señor les había dado el derecho especial de no tener una ocupación secular sino de vivir del evangelio. Pero no usaron ese derecho. Esto es lo que dice Pablo:

1 de Corintios 9:14-18
“Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio. Pero yo de nada de esto me he aprovechado, ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo; porque prefiero morir, antes que nadie desvanezca esta mi gloria. Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada. ¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio.

Pablo tenía el derecho de vivir del evangelio. No obstante, no hizo uso de ese derecho, aunque como veremos, sin duda, ocasionalmente recibió, sin solicitarlo, contribuciones voluntarias de los creyentes al mismo tiempo que trabajaba. Como en Hechos 18:1-3 dice:

“Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, Y TRABAJABAN juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas.

El evangelio no tuvo ni debería tener un precio asignado. Debe ser gratuito y Pablo se aseguró de que así fuera. Pero también hay otra razón por la que lo hizo y se muestra en 2 de Tesalonicenses 3:6-10:

“Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviésemos derecho, SINO POR DAROS NOSOTROS MISMOS UN EJEMPLO PARA QUE NOS IMITASEIS. Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.”

Pablo y su equipo tenían la autoridad de “comer el pan de balde”. Tenían la autoridad como trabajadores apostólicos, no como ancianos de la iglesia local. Pero nunca usaron ese derecho. Sino que trabajaban, día y noche como él dice. ¿Porqué? Para hacerse ellos mismo un EJEMPLO para que los hermanos lo siguieran. “Ejemplo” aquí es la palabra clave. Y cuál es el ejemplo: de que trabajaran y si alguien no trabajaba, que tampoco comiera. Ahora, ¿qué significa eso para las iglesias que Pablo fundó, las iglesias del Nuevo Testamento? Si Pablo y sus colegas trabajaban dondequiera que estaban, y lo hacían para ser un modelo, un ejemplo para los otros creyentes, ¿tú crees que habría algún anciano en esa iglesia que no trabajara sino que tuviera un sueldo de la iglesia? Yo no lo creo. Además, aunque los trabajadores apostólicos – plantadores de iglesias – tienen ese derecho y se lo saltaban manteniéndose con una ocupación secular, los ancianos no tenían esa autoridad.

Pero las referencias de la Palabra de Dios en cuanto al ejemplo de Pablo no terminan aquí. 1 de Tesalonicenses 2:9 nos dice:

“Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios.

Trabajaban de día y de noche para no ser una carga para ninguno de los creyentes. El ministerio no era una ocupación para ellos; algo con lo cual mantenerse. El hacer la voluntad de Dios era su vida pero no ganaban su manutención de ella. Trabajaban para mantenerse, como cualquiera, dando un EJEMPLO a todos los demás.

Hechos 20:33-35 es otro pasaje característico. Es parte del mismo discurso que Pablo dio a los ancianos (pastores, supervisores) de la iglesia de Éfeso. Mira lo que les dice:

“Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.”

De nuevo Pablo se presenta a sí mismo como un ejemplo para ellos. “Saben que en mis necesidades éstas manos me han servido”, les dice. Esta es una referencia clara al hecho de que cuando estaba en Éfeso, trabajaba para mantenerse él y a los otros. Pero aun hay más. Mira lo que dice “En todo os he enseñado que, TRABAJANDO ASÍ, SE DEBE AYUDAR A LOS NECESITADOS”. Pablo está hablando a los ancianos (pastores, supervisores) de la iglesia de Éfeso. Le habla al liderazgo de la iglesia local. Y, ¿qué les está diciendo? Les dice “miren cómo he caminado entre ustedes. Trabajé duro para sustentar mis necesidades. HAGAN LO MISMO”. Porque “trabajando así se debe ayudar a los necesitados. Y recuerden las palabras del Señor Jesús, que dijo, ‘Es más bienaventurado dar que recibir”. Esto era para que el liderazgo de la iglesia local siguiera el ejemplo de Pablo, trabajando duro para sustentar sus necesidades. No era para que fueran los receptores de salarios provenientes de la congregación. Pablo, el ejemplo, ¡no era receptor de tal salario! ¿Cómo podrían? Mejor aún, ayudarían y apoyarían al necesitado. Serían más bien dadores que receptores.

Comentando sobre Pablo y su ejemplo aquí presento lo que algunos bien conocidos comentaristas y académicos dicen1:

F.F. Bruce – (El Nuevo Comentario Internacional sobre el Nuevo Testamento: Hechos [Grand Rapids: Wm.B. Eerdmans, 1986] p.418)

“Regresando una vez más al ejemplo que les había puesto, finalmente les recuerda que aquellos que tienen cuidado del pueblo de Dios deben hacerlo así, sin pensar en compensación material. Así como Samuel llamó a todo Israel para que fueran testigos cuando estaba por dejar su cargo como juez (1 de Samuel 12:3), del mismo modo Pablo llama a los ancianos de Éfeso a que fueran testigos de que durante todo el tiempo que pasó con ellos no codició nada que no fuera suyo; de lo contrario, ni si quiera usó su derecho a ser mantenido por aquellos a los que cuidaba espiritualmente, sino que ganaba su manutención – y la de sus colegas- mediante su propio trabajo: “estas manos,” dijo (inevitablemente con la gesticulación pertinente), “me han servido para lo que me ha sido necesario, y para los que están conmigo” (v.34). Deja que aquellos a los que estaba hablando, al igual que él, trabajaran y apoyaran no solo así mismos sino a otros también- al enfermo en particular.”

Simon Kistemaker (profesor del Nuevo Testamento en el Seminario Teológico Reformado) – (Comentario del Nuevo Testamento: Hechos [Grand Rapids: Baker Book House, 1990] pp. 737, 740)

“En sus [Pablo] cartas revela que trabajaba día y noche con sus propias manos para mantenerse, para que nadie pudiera acusarle de que sus necesidades materiales dependían de los que escuchaban el evangelio (compara 1 de Samuel 12:3). Se reusaba a ser una carga en las iglesias que había establecido. Mediante el trabajo manual, proveía para sus necesidades financieras. Pablo recibía regalos de los creyentes de Filipo, así como él mismo revela (Filipenses 2:25; 4:16-18), y aún declara que él mismo no había solicitado tales regalos… Los ancianos de Éfeso habían observado el ministerio de Pablo y su trabajo físico durante su estancia ahí de 3 años. Podían testificar que él nunca había explotado a nadie (2 de Corintios 7:2), sino que siempre estableció un ejemplo de diligencia y autosuficiencia, en el buen sentido de la palabra. Era un modelo para los creyentes y enseñaba la regla “El que no trabaja, que no coma” (2 de Tesalonicenses 3:10)… Parece que Pablo generaba ingreso suficiente para apoyarse no solo a sí mismo sino también a sus acompañantes… Con todo respeto, dice Pablo a los ancianos de Éfeso, los enseñé a trabajar duro y con las ganancias ayudar al necesitado… Los exhorta a seguir su ejemplo y a trabajar duro.”

Roland Allen, autor de la obra clásica, Métodos Misionarios: ¿San Pablo o los nuestros? (Grand Rapids: Wm.B. Eerdmans, 1962),

“Cuando escribí este libro no había observado que San Pablo, dirigiéndose a los ancianos de Éfeso, definitivamente los dirige a seguir su ejemplo y a mantenerse a sí mismos (Hechos 20:34-35). El derecho a apoyar siempre se refiere a los evangelistas y profetas ambulantes, no a los establecidos en el clero local (ver Mateo 10:10); Lucas 10:7; 1 de Corintios 9:1-14) con las dudosas excepciones de Gálatas 6:6 y 1 de Timoteo 5:17-18, e incluso si esos pasajes sí se refirieran a regalos de dinero, ciertamente no contemplaban salarios fijos los cuales eran una abominación ante los ojos de los cristianos primitivos (p.50).”

Carl B. Hoch, Jr., profesor del Nuevo Testamento en el Seminario Bautista Grand Rapids (Todas las cosas nuevas [Grand Rapids: Baker Book House, 1995] p.240).

“En los días del Nuevo Testamento, normalmente no se les pagaba a los líderes. Esto es, el dinero se daba más bien como un regalo que como un ingreso o salario. Líderes como Pablo podían recibir dinero, pero Pablo escogió no recibir nada de los Corintios (1 de Corintios 9:8-12). Quería servir sin depender financieramente de ninguna iglesia. Las iglesias tenía la responsabilidad de “premiar al buey” (1 de Timoteo 5:17) y compartir con aquellos que enseñaban (Gálatas 6:6). Pero el dinero no era el motor del ministerio (1 de Pedro 5:2). Desafortunadamente, las iglesias de hoy en día no llamarían a nadie hasta no sentir que pueden apoyarlo, y algunas personas seriamente no considerarían una llamada si el paquete financiero es “inadecuado” (Todas las cosas nuevas [Grand Rapids: Baker Book House, 1995] p.240).”

Watchman Nee – La vida de la iglesia cristiana normal (Anaheim, CA: Living Stream Ministry, 1980)

“No es necesario que los ancianos renuncien a sus profesiones comunes y se devoten exclusivamente a las tareas de la iglesia. Son simples hombres locales, siguiendo sus actividades normales y al mismo tiempo llevando responsabilidades especiales en la iglesia. Si las actividades locales se incrementaran, puede que se dediquen de tiempo completo al trabajo espiritual, pero la característica de un anciano no es la de ser “un cristiano de tiempo completo”. Es meramente eso, como un hermano local, que lleva responsabilidades en la iglesia local (pp. 62-63).”

Para mí está más allá de toda sombra de duda que no había iglesia del Nuevo Testamento en la cual su personal percibiera un salario. ¡Qué contraste hoy en día! Hasta ahora no he conocido una iglesia sin personal pagado. Los sueldos llegan arriba del 50-60% del presupuesto de la iglesia con una adición indirecta del 20-30% que va a los gastos de construcción. Otra cosa que no tenía el Nuevo Testamento. Es triste decirlo, pero es verdad, casi 80-90% del presupuesto de una iglesia moderna es para cosas que los cristianos del siglo I no conocían. Eso es definitivamente triste.

Apoyando a los ancianos: ¿qué dice la Biblia?

Ahora, habiendo dicho lo anterior ¿a caso la Biblia no dice nada sobre aquellos que pasan su tiempo enseñando y pastoreando a los otros? ¡Sí lo dice! Aunque no había empleados asalariados en las iglesias locales, sin embargo, en las Escrituras hay una clara indicación que los ancianos, los pastores de la congregación local, eran receptores del honor de la gente. Como en 1 de Timoteo 5:17-18 dice:

“Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario.”

Nota de nuevo que el pasaje no habla de un anciano o un pastor. Habla de ancianos, muchos de ellos. La carga de pastorear la iglesia local nunca era el trabajo de un solo individuo sino de muchos hermanos maduros diferentes. Este es el liderazgo colectivo del Nuevo Testamento, bajo la dirección del Señor Jesucristo vs el liderazgo de un solo hombre, que en muchos de los casos hoy en día es el modelo y también esencialmente a lo largo de muchos siglos pasados. Regresando al verso 17, la referencia de honrar significa respetar, valorar, honrar a los ancianos, especialmente aquellos que trabajan en Palabra y doctrina. Eso podría incluir para ellos ofrendas voluntarias.

Ese doble honor incluye – aunque no solamente – apoyo a través de regalos voluntarios lo cual es también obvio de la referencia del buey en el pasaje anterior, así como en el siguiente pasaje de Gálatas 6:6, donde leemos:

“El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye.”

Aquellos que son enseñados deben de compartir todas las cosas buenas con el que los está enseñando y una de las funciones del hermano maduro es enseñar (1 de Timoteo 3:2). De nuevo, no es un salario, sino el compartir, un apoyo voluntario. Viéndolo del lado de los ancianos este no es un trabajo para vivir de él. No es para que lo hagan por dinero. Es para que de todas maneras lo hagan, sin dinero. Como Pedro dice hablando a los ancianos:

1 de Pedro 5:1-2
“Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;”

Nota de nuevo que los ancianos, pastores y supervisores (u “obispos”) son todos términos intercambiables. Como vemos, los ancianos eran los pastores del rebaño de Dios, supervisándolo. Nota también el pastorear la iglesia local no es un “trabajo”. No es algo que haces por un salario, ni algo que no haces sin ese ingreso. Pastorear a la iglesia local es un don, un ministerio y tiene que verse como tal. Ahora, es difícil verlo así cuando la tarea de pastorear esta sobre los hombros de un solo hermano, al que la gente llama “pastor”. Pero no se suponía que debería de ser así. Esa carga era para que estuviera en los hombros de muchos hermanos, los maduros en Cristo. Era para que ellos la compartieran. Y, para volver a nuestro tema, era para que fueran receptores del honor de la congregación, incluyendo regalos voluntarios para ellos. Sin embargo, eran regalos, eran dados voluntariamente y no los habían solicitado. No se suponía que los ancianos basaran su sustento en eso. Tenían que ganárselo por sí mismos como todos los demás. No tenían salarios de la iglesia. Tenía que seguir el ejemplo de su padre en la fe, Pablo, quien, con muchas responsabilidades en sus manos, iba al mercado a trabajar y mantenerse a sí mismo y a los que iban con él. Esto es todo lo contrario a hoy en día, donde el ministerio es tan frecuentemente considerado como la ocupación que alguien no haría sin que se le pagara.

Anastasios Kioulachoglou


Notas al pie

1. Las citas fueron tomadas de: Darryl M. Erkel: “Should pastor be salaried?” (1997) (“Se debería pagar a los pastores”)