Verdades Bíblicas
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El dar en el Nuevo testamento – Apoyando a las viudas de la iglesia

Otra área en el Nuevo Testamento donde el apoyo se dirigía era hacia las verdaderas viudas. Las viudas en la Biblia, son aquellas mujeres que perdieron a sus esposos por muerte. Ahora, algunos de ustedes pueden estar sorprendidos porque tenemos que aclarar este concepto. Lo hago, porque en algún lado leí que esta palabra supuestamente también incluye a aquellas mujeres que están separadas o divorciadas de sus maridos. Aunque esas mujeres sí necesitan apoyo de los hermanos creyentes, no se pueden clasificar como viudas. “Viuda” en la Biblia –y como palabra en griego en general – es la mujer que perdió a su esposo por muerte.

Habiendo aclarado lo anterior, por toda la Biblia se demuestra que las viudas tienen un lugar especial en el corazón de Dios. Aquí presento unos pasajes del Antiguo Testamento:

Éxodo 22:22-23
A ninguna viuda ni huérfano afligiréis. Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí, ciertamente oiré yo su clamor;”

Deuteronomio 10:17-18
“Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho; que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido.

Deuteronomio 24:17-21
“No torcerás el derecho del extranjero ni del huérfano, ni tomarás en prenda la ropa de la viuda, sino que te acordarás que fuiste siervo en Egipto, y que de allí te rescató Jehová tu Dios; por tanto, yo te mando que hagas esto. Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda; para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos. Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado tras de ti; serán para el extranjero, para el huérfano y para la viuda. Cuando vendimies tu viña, no rebuscarás tras de ti; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda.

Como previamente vimos, las viudas también eran receptoras de los diezmos:

Deuteronomio 26:12-13
“Cuando acabes de diezmar todo el diezmo de tus frutos en el año tercero, el año del diezmo, darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda; y comerán en tus aldeas, y se saciarán. Y dirás delante de Jehová tu Dios: He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos, ni me he olvidado de ellos.”

Deuteronomio 27:19
Maldito el que pervirtiere el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda. Y dirá todo el pueblo: Amén.”

Salmo 146:9
“Jehová guarda a los extranjeros; Al huérfano y a la viuda sostiene, Y el camino de los impíos trastorna.”

Proverbios 15:25
“Jehová asolará la casa de los soberbios; Pero afirmará la heredad de la viuda.

Isaías 1:17
“aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.

Jeremías 7:6-7
“y no oprimiereis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni en este lugar derramareis la sangre inocente, ni anduviereis en pos de dioses ajenos para mal vuestro, os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre.”

Jeremías 22:3
no engañéis ni robéis al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda

Zacarías 7:9-10
“Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano.”

Creo que estos muchos pasajes de la Escritura ponen en claro, qué tanto están dentro del corazón de Dios las viudas, junto con los huérfanos y los extranjeros. Eso también viene en el Nuevo Testamento. Leemos en Hechos 6:1 que “hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria.” Se entiende por distribución a lo que se daba a todos, del fondo común que la iglesia había establecido y de acuerdo a sus necesidades. No se desatendía a nadie, y mucho menos a las viudas, ya que eran personas las cuales requerían cuidado especial.

El Nuevo Testamento trata extensamente el tema de las viudas y el apoyo hacia ellas en 1 de Timoteo 5, donde leemos:

1 de Timoteo 5:3
“Honra a las viudas que en verdad lo son.”

El honor, como explicamos antes sobre el honor a los ancianos incluye también el apoyo material. No todas las viudas están para recibir este apoyo. El hecho de ser meramente viuda obviamente no la hace una viuda real a la cual se le debe honrar. ¿Cuál es esta diferencia? Pablo la pone en claro:

1 de Timoteo 5:5-6
“Mas la que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es diligente en súplicas y oraciones noche y día. Pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta.”

Está la viuda que confía en Dios, cuya esperanza es Él, ora continuamente, “noche y día”. Pero también está la viuda cuyo estilo de vida es mundano. La frase “se entrega a los placeres” es la palabra en griego “spatalao”. “Spatalao” significa “vivir de forma amotinada” (Diccionario de Vine, p. 871). El pronombre del verbo (“spatali”) significa “excesivo descontrol, vano, derroche de dinero” (Mega Lexicon del idioma Griego, p. 6621). Tales viudas, las viudas que tienen como estilo de vida la vanidad mundana, viudas que viven descontroladamente, no son viudas reales. No es a ellas a las que se debe de honrar. Habiendo puesto esto en claro desde afuera, Pablo también aclara que los hijos y los nietos de las viudas reales son los primeros en tener responsabilidad para con ellas. Esto es lo que dice:

1 de Timoteo 5:4, 7-8
“Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios… Manda también estas cosas, para que sean irreprensibles; porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.”

Hay una responsabilidad clara de los hijos para con sus padres, incluyendo a sus abuelos. Como la Palabra dice, que los hijos están para “recompensar a sus padres”.

1 de Timoteo 5:9-16
“Sea puesta en la lista sólo la viuda no menor de sesenta años, que haya sido esposa de un solo marido, que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra. Pero viudas más jóvenes no admitas; porque cuando, impulsadas por sus deseos, se rebelan contra Cristo, quieren casarse, incurriendo así en condenación, por haber quebrantado su primera fe. Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran. Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia. Porque ya algunas se han apartado en pos de Satanás. Si algún creyente o alguna creyente tiene viudas, que las mantenga, y no sea gravada la iglesia, a fin de que haya lo suficiente para las que en verdad son viudas.”

Hay un “número” (griego: katalaigo=inscribir) en el cual era para incluir a algunas viudas y a otras no. ¿Cuál es ese número, esa inscripción? Aunque Pablo no lo menciona explícitamente, parece ser algo familiar para Timoteo y yo creo que es el número de viudas que pueden ser apoyadas por la iglesia. No se podía poner a todas las viudas en este número sino solo a las mayores, de 60 años para arriba, y bajo ciertas condiciones adicionales. Para las viudas más jóvenes, Pablo, y Dios a través de Su Palabra, desea que se casen de nuevo y que críen hijos. El último verso del pasaje anterior lo resume: si alguien tiene viudas en su familia que las mantenga para que no sea gravada la iglesia. Sin embargo, la iglesia sin duda apoyaba a las viudas mayores que en realidad eran viudas de acuerdo a las condiciones en los versos previos y si no había nadie más de su familia capaz o dispuesto a darles el apoyo necesario.

Anastasios Kioulachoglou